ES una curiosidad que el concejal de Movilidad de Cádiz, Martín Vila, de Unidas Podemos (sobre todo de unidas de izquierda) hable como si fuera de centroderecha. El poder contribuye a resituar un poco. No es lo mismo gobernar que quejarse de los gobernantes. Así que Martín Vila ha declarado sobre los autobuses urbanos de Cádiz lo mismo que diría un concejal del PP o de Ciudadanos, si estuviera al frente de la movilidad gaditana. Criticar el servicio de autobuses de Cádiz es una memez, ya que el funcionamiento es bastante aceptable. Y, como ha indicado Martín Vila, es más barato que la media nacional. Eso se puede comprobar viajando, que es la mejor vacuna contra el catetismo. Viajando se conoce mundo. Antes los mozos conocían mundo al hacer la mili, cuando los mandaban de zapadores de montaña a los Pirineos, o de marinos a Cartagena. Ahora a los quintos los hubieran mandado a Ceuta, para impresionar.

Los autobuses de Cádiz proceden de la empresa Tranvía de Cádiz a San Fernando y la Carraca SA. Es una empresa gaditana, lo que parece raro. Sólo el nombre ya es una preciosidad, suena a principios del siglo XX, cuando se iba a San Fernando en tranvía. Los tranvías al Balneario de la Reina Victoria eran como el tranvía a la Malvarrosa de Manuel Vicent. Un tiempo en el que Cádiz era una ciudad aún más provinciana. Aunque esto último no es seguro.

Cádiz es como es, y no es como Madrid ni como Barcelona, ni siquiera como Sevilla, para los autobuses urbanos. Los anticapitalistas de manual decimonónico no han evolucionado desde don Karl, aún van por la primera revolución industrial, y suponen que lo público siempre es lo bueno y lo privado siempre es lo malo. También suponen que Cádiz es como La Habana de la familia Castro, don Fidel y don Raúl. Pero hasta Martín Vila se ha dado cuenta de que estamos en 2021, y todavía vamos por las calles y los autobuses con mascarillas, para cubrir los mismos itinerarios de toda la vida. Cádiz es chiquetito, se suele decir.

Ya quisieran en Madrid, en Barcelona y en Sevilla tener autobuses urbanos como los de Cádiz. Porque los de esas ciudades están municipalizados, pero funcionan peor, son alternativos de otros transportes públicos, y le cuestan un huevo y parte del otro a los sufridos contribuyentes, ya que acumulan pérdidas. En Cádiz no están las cuentas municipales para esos lujos, aunque gobiernen anticapitalistas que se adaptan al capitalismo siempre que se pueda y no se note demasiado. Y, además, el que no le guste que viaje en bicicleta, que para eso están los carriles, y costaron un dinerito.

José Joaquín León