EN este país no se habla de otra cosa. ¿De los indultos y de Marruecos? No, de la luz y las vacunas. Mientras madrugan para poner la lavadora, en este país, en esta autonomía, en esta provincia y en esta ciudad todos y todas se han convertido en unos expertos en vacunas. Vas en el Cercanías de Cádiz a Jerez o viceversa (en el tranvía de Chiclana no, porque no funciona) y la gente comenta: “Pues yo estoy vacunada con AstraZéneca en segundas dosis”. Y el otro le contesta: “Pues yo me puse la de Pfizer, por no dejar a mi Manoli viuda”. Y entonces se entromete el gachó a quien nadie le ha preguntado, y dice: “Pues a mí, por mi edad, me la pusieron de Moderna. Aunque yo soy tan antiguo que estuve en 1949 en la inauguración del Teatro Andalucía, vimos una zarzuela muy bonita”. Y luego todos se cuentan sus efectos secundarios.

La medicina popular de vacunas va viento en popa a toda vela. La gente firma un papel o lo que le pongan por delante. La gente está envidiosa de los norteamericanos, porque en los EEUU de Joe Biden, con tal de vacunar a los negacionistas, organizan sorteos como los del Euromillones, y los invitan a cervezas, cuando no a porros, allá donde están legalizados. No es bueno contarlo, porque no conviene dar malas ideas a las autoridades,

Lo mejor de las colas es que te puedes encontrar a alguna personalidad. Como este país es más transparente que una medusa, aquí no hay privilegios para nadie. Al mismísimo rey Felipe VI lo han vacunado cuando le tocaba. Y le obligaron a ir al WiZink Center de Madrid, como si acudiera a un espectáculo musical, o a un partido de tenis, para vacunarlo sin privilegios. Esto confirma que tenemos un país de carajotes acomplejados. Cientos de enfermeros y enfermeras hubieran acudido gustosamente al Palacio de la Zarzuela para vacunar a toda la Familia Real. ¿O es que los Reyes de España no son tan esenciales como los maestros o los bomberos?

Volvemos al Cercanías: “Pues a mi Pepe lo vacunaron en el ambulatorio, sin colas, del tirón, como si fuera el Sha de Persia o el Maharajá de Kapurthala”. La gente está majara, y dice eso, aunque no hay Sha, y no se llama Persia a Irán, y en Kapurthala se propagó la cepa india.

¿Y qué me dicen de Juanma Moreno, que dio positivo? ¿Cómo es posible que nadie lo vacunara en San Telmo, como si fuera un policía local? Raro es el político que no se ha contagiado, mientras le piden a la gente que sea prudente. ¿Y ellos qué? Son personal de alto riesgo. Este país, desde luego, está para confinar a muchos políticos, y ponerlos a aplaudir o a tocar cacerolas.

José Joaquín León