TIENE razón el candidato del PSOE a la Alcaldía de Cádiz, Óscar Torres, cuando afirma que las próximas elecciones municipales son las más inciertas de los últimos 28 años. Desde que volvió la democracia a los ayuntamientos, en Cádiz se han registrado dos cambios de ciclo. En 1995, se puso fin al ciclo del PSOE, después de que Carlos Díaz dejó de ser candidato, y comenzó el del PP con Teófila Martínez. Veinte años después, en 2015, el desgaste pasó factura a la alcaldesa, que no pudo revalidar sus mayorías absolutas; y así entró José María González, más conocido como Kichi, con el apoyo de todas las fuerzas de las izquierdas (incluido el PSOE, cuyos votos han sido decisivos). Al no presentarse Kichi, se abre un escenario incierto, huele a cambio de ciclo. Pero huele mal, porque los candidatos que se conocen son de perfiles bajos en sus partidos. Y eso no provoca entusiasmo, sino perplejidad.

Los alcaldes y alcaldesas se han devaluado. Ser alcalde o alcaldesa ya no es lo que era. La gente estaba acostumbrada (con perdón) a los alcaldes del franquismo, que mandaban mucho. Alcaldes del tipo de José León de Carranza, que era una personalidad local, aunque fuera como prócer del régimen. Al principio de la democracia, se suponía que los alcaldes y alcaldesas también mandaban bastante, y además con el respaldo de las urnas. Empezando por los socialistas, como Enrique Tierno Galván en Madrid y Pasqual Maragall en Barcelona. En Cádiz, Carlos Díaz fue un caso singular, pero se hizo con el cargo, arrolló en las urnas, y hasta le decían “guapo” en las procesiones.

Teófila Martínez fue una de las llamadas chicas del PP, un invento de Aznar para llevar a las señoras de derechas a la política y ganar elecciones. El voto de las mujeres casi siempre es de derechas. Eso lo sabía hasta Indalecio Prieto en la Segunda República, cuando no quería que votaran porque iba a ganar la CEDA de Gil Robles. Pero, bueno, ha llovido mucho desde entonces. Teófila Martínez se apalancó en la Alcaldía durante 20 años. Hasta que pasó lo que pasó y entró Kichi.

Además de la mala gestión personal de Kichi, también digo, por ser justos, que la pandemia ha devaluado a los alcaldes en general. La pandemia fue gestionada por el Gobierno central y las autonomías, y los alcaldes ni pinchaban ni cortaban en sus ciudades. Así se ha llegado a la situación actual: candidatos de perfiles bajos, algunos bajísimos, que nadie contrataría en una empresa para cargos de alta dirección. Y las figuritas de los partidos escondidas y cobrando sin arriesgar.

José Joaquín León