DECÍAMOS no ayer, sino el viernes pasado, que en Cádiz se repite lo mismo de generación en generación, pero se presenta como si fuera nuevo. ¿Y qué me dicen de la lluvia? En la dura posguerra española, los periódicos publicaban noticias cíclicas sobre la pertinaz sequía que asolaba al país. A Franco se le atribuye que su principal afición, en las obras públicas, era construir embalses. Al franquismo se le debe criticar por su propia esencia dictatorial, pero no por los pantanos, como se le tiende a ridiculizar. Es lastimoso que en la democracia, incluso con gobiernos del PSOE, hayan construido pocos embalses, que no son de izquierdas ni de derechas. Si Grazalema es uno de los lugares de España con más pluviosidad, en Cádiz nunca deberíamos estar a pique del repique con las restricciones.

Cuando construyeron el embalse nuevo de Guadalcacín II (y este no se hizo en tiempos de Franco, sino en 1995) se argumentó que serviría para tener agua de sobra en Cádiz, Jerez y la Bahía. Sin las restricciones sufridas cuando había mayor dependencia de Los Hurones. En los tiempos de Pedro Sánchez, hemos seguido hablando de la pertinaz sequía, que ahora se atribuye al calentamiento global. Y no se trata de negar que la temperatura media del planeta haya subido, sino de entender que las lluvias y las sequías dependen de ciclos temporales.

En siglos pasados eran frecuentes las procesiones de rogativas. Salían las imágenes en procesión para que lloviera. El Señor de la Columna, de Cádiz, vulgarmente conocido como El Aguador, tenía esa milagrosa fama devocional. Otras imágenes asimismo fueron utilizadas para esos fines. Y para el contrario. También salían para que cesaran las inundaciones, cuando había llovido demasiado. Con las rogativas se debe tener mesura y tiento. Pues se pasa de un extremo al otro.

En Grazalema, desde que comenzó diciembre, han caído más de 650 litros por metro cuadrado. Parece que todas las nubes que circulan por el suroeste andaluz van en dirección a Grazalema. Algunos días caen más de 100 litros por metro cuadrado, y no hay inundaciones, lo que demuestra que están bien preparados. En Grazalema, llueve con abundancia, con ganas, incluso con rabia. La lluvia forma parte del paisaje.

Cerca de Grazalema están los principales embalses de la provincia. A niveles aún bajos en la cuenca del Guadalete, aunque han mejorado. Es raro. Si alguna vez falta agua en la provincia, no será porque no llueve, sino porque los embalses son insuficientes o se consume más de lo razonable.

José Joaquín León