AL llegar el Miércoles de Ceniza empieza la Santa Cuaresma y termina el Carnaval. Esto es así en el resto del mundo. También lo debería ser en Cádiz. Y no se puede argumentar que el Carnaval gaditano tiene sus peculiaridades y que siempre se ha festejado así. El Carnaval gaditano, como el de todo el mundo, procede de la liturgia católica y tiene el mismo origen. Es una fiesta de raíz religiosa o sagrada. Lo normal, en todo el orbe creyente, es terminar esa fiesta el Martes de Carnaval. Y después es cierto que está el Domingo de Piñata (el primero de Cuaresma), que era el de los verdaderos jartibles. Rompían las piñatas, como un epílogo festivo, pero fuera de la temporada carnavalesca.

Es curioso que en Cádiz se haya montado una polémica típica gaditana por el vía crucis de las hermandades, que saldrá el próximo lunes 27 de febrero, con el Cristo de la Humildad y Paciencia. En la víspera del día de Andalucía. Ese día es cuaresmal, ya muy sobrepasada la temporada carnavalesca. Pero aquí el primer lunes de Cuaresma organizan un concierto en la plaza de San Antonio y siguen activas las tres carpas pecaminosas.

En la religiosidad popular se mantuvo una doble vara de medir con el Carnaval. Por un lado, la tolerancia, que permitía un desahogo festivo y sensual de la gente, antes de iniciar los rigores penitenciales de la Cuaresma, con el ayuno y la abstinencia. Al mismo tiempo, los más piadosos convocaban triduos religiosos, que se celebraban el domingo, lunes y martes de Carnaval, con carácter expiatorio y de desagravio, para pedir el perdón por los muchos pecados y ofensas que en esos días de despiporre se cometen. En Sevilla (aparte de enviar a las chirigotas y a los aficionados a Cádiz, para ahorrarse el frenesí en sus calles), se organiza un triduo de Carnaval en la Catedral, como desagravio, en el que incluso bailan los seises. También la Congregación de Luz y Vela y alguna hermandad los organiza, más por costumbre que por sentirse agraviados por Martínez Ares.

Al llegar el Miércoles de Ceniza, ya debe ser Cuaresma con todos sus avíos. Es una pena que en Cádiz no se celebre así. Y no ya por las ofensas del Carnaval, que se asumen como algo simpático, sino porque se pierden o se minimizan otras tradiciones bonitas, como la del recuerdo de que somos polvo y en polvo nos convertiremos, antes o después.

Con lo cual también se ve que es absurdo cabrearse por no entrar en la final del COAC, pues la gloria del mundo es efímera. Ajustando las fechas a lo suyo, se podría mantener la liturgia como si viviéramos en el resto del mundo.

José Joaquín León