EL domingo se cerrará oficialmente el Carnaval de Cádiz con la quema de la bruja Piti. A la Piti de este año le han dado con el sérum a lo bestia, y así ha salido de lo más rejuvenecida, se ha quitado lo menos 30 años de encima. Parece cosa de brujería. Hay señoras que quieren conocer el tratamiento facial de la bruja Piti, por si les diera resultado. Esto no pasa por casualidad. Según las bases de este año, el Ayuntamiento prohibió que la bruja Piti sea representada “como una mujer vieja, fea y con verrugas”, porque eso es un estereotipo. Por el contrario, del dios Momo no decían que sea feo ni guapo. Se recueda que procede de la mitología griega como “dios de los escritores y poetas”. El Gran Momo de este año lo interpretó Faly Mosquera y se quemó el martes.

La bruja Piti y el dios Momo siempre han sido feos, con ganas, y siempre se les ha quemado. Con las influencias de lo políticamente correcto estamos perdiendo muchas costumbres. Kichi lleva ya siete carnavales y una fiesta típica como alcalde. Y ahora parece que quemar a una bruja Piti fea, vieja y verrugosa es políticamente incorrecto, un estereotipo machista. En realidad, es un resabio inquisitorial, una herencia de los que perseguían a los herejes. No se sabe por qué se hace más llevadero quemar a una bruja joven.

En esta ciudad llamada Cádiz se ha quemado bastante. En los Juanillos suelen quemar a los alcaldes o alcaldesas en la noche de San Juan. A nadie se le ha ocurrido todavía que quemar un muñeco de Carlos, de Teófila o de Kichi sea una costumbre inquisitorial. Se queman y la gente se queda tan a gusto. Sabemos que esas piras son de sana crítica e irónico jolgorio.

Un escritor que incluso ganó el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, escribió en su magistral novela San Camilo 1936 que las dos Españas han sido muy proclives a quemar. Unos quemaban a las brujas y los herejes; y los otros quemaban las iglesias con los curas, frailes y monjas dentro. Por no insistir con los libros, cuyo patrono pagano es el dios Momo. También los quemaban cuando no gustaban. Ahora esa novela de Cela la quemarían, por ser políticamente incorrecta. En Cádiz insultaron a Cela en las letras de Carnaval, por incluir entre los personajes de su novela a un homosexual (él lo llamaba maricón) que era gaditano.

Volviendo a nuestra bruja Piti, siempre ha tenido una escoba voladora (algunos dicen que es un símbolo fálico), que al parecer ha desaparecido. El año que viene la bruja Piti y el dios Momo no sabemos cómo serán, si más guapos o más feos. Hay que adaptarse a los tiempos y a sus estereotipos.

José Joaquín León