EXISTE una gran expectación por la llamada Torre Abu, que será el edificio residencial más alto de Cádiz, con 20 plantas. Allí construirán 96 viviendas y una piscina en las alturas con zona chill out. Todo se ha vendido ya, según informó José Antonio Hidalgo. Es una promoción, a cargo de una empresa sevillana, que tendrá repercusión. Pues, tras aprobarse una torre con 20 plantas, no sería descartable que el PGOU se pudiera reformar para incluir rascacielos en según qué lugar. No en la plaza del Palillero, ni en la calle Ancha, por supuesto, pero sí en algunas zonas de Extramuros donde lo mismo daría ocho que ochenta. Los rascacielos ya se intentaron con el Cádiz Tres y otros proyectos, la mayoría descabellados. Pero si alguien viaja a Hong Kong, o a otras metrópolis, verá que un edificio de 20 plantas es pequeño, comparado con lo que existe por ahí.

El caso de la Torre Abu es muy curioso. Será construida en la zona residencial de los antiguos Depósitos de Tabacos, donde ya han comenzado los trabajos de derribos. Traducido al gaditano significa: entre el Cerro del Moro y Loreto. Es la zona que se consideraba marginada antes del soterramiento (loado sea), y donde surgieron los principales movimientos vecinales de Cádiz, con Luis Pizarro, el cura Jesús Maeztu y otros que después se dedicaron a la política. Quiero decir con eso que la Torre Abu no será construida en una zona burguesa, como se considera a Bahía Blanca, donde también han vivido socialistas, como el alcalde Carlos Díaz. Está en una zona que se consideraba proletaria, y que con el soterramiento se quedó a cinco o seis minutos del Paseo Marítimo.

En Cádiz puede suceder que se vendan pisos de lujo al lado de viviendas sociales, aún por terminar, y donde la Junta debe construir la Ciudad de la Justicia, tras abandonar un gran solar en San Severiano, donde no se hace nada. Parece una incoherencia. Pero resulta que, en el fondo, las ciudades son como son. La Torre Abu es un proyecto privado, junto a la avenida de la Sanidad Pública, y se terminará antes que la Ciudad de la Justicia y el hospital de Puntales, que son proyectos públicos. A veces lo privado no es tan malo.

Un promotor inmobiliario soñaría con reconstruir los Extramuros, dejando para la posteridad varios rascacielos. Se perdió la oportunidad en 1947 después de la explosión. Más tarde, cuando se cargaron los chalés, construyeron edificios altos, pero no tanto, y los arquitectos se lucieron poco. Ganancias fáciles. La Cádiz de Extramuros es fea: una ciudad improvisada, triturada y a medio hacer.

José Joaquín León