EN la ciudad de Cádiz hubo mucha afición al teatro, sobre todo en los siglos pasados. La gala de los premios Max, que se celebró el lunes, en el Gran Teatro Falla, se puede valorar como un reconocimiento a ese papel histórico. La gala de los premios Max es importante, pero RTVE la televisó en La 2, porque en la 1 estaban con Aquí la Tierra, el Telediario y el MasterChef. No alcanza ni de lejos la difusión de los premios Goya. Aunque, como aquí gusta mucho un evento, ha venido bien, con presentadores gaditanos, como José Troncoso y Ana López Segovia incluidos. Puede ayudar a fomentar un poco más el teatro en Cádiz, que falta hace. El único premio concedido a algo gaditano fue el Maximino de honor para la Tía Norica, que es un teatro de títeres.

La afición al teatro se vio favorecida por la insularidad de Cádiz. La gente vivía encerrada en una ciudad amurallada. En los siglos XVII y XVIII se comerciaba con América, circulaba el dinerito, no existía televisión ni internet, ni cine, así que el teatro era el gran divertimento. De todas las clases sociales. Surgieron teatros y corrales de comedias en una ciudad que presumía (con razón) de su cosmopolitismo, pues venían muchos guiris que se reconvertirían en gaditanos como tú. Y eso ayudó a fomentar el teatro.

Igual sucedió en el siglo XIX, que fue un gran siglo para el teatro en Cádiz. Y así pudo seguir en el siglo XX, aunque en los años 40, 50 y 60 el cine ya era la gran afición del pueblo. El teatro, conforme se acercaba la apertura política y la transición, buscó matices más reivindicativos. Nos podemos acordar del Teatro del Mentidero, de Quimera, de Ramón Rivero, de Fernando Quiñones, hasta de Manuel Pérez Casaux, y de grupos juveniles con más o menos entusiasmo. También existía la Tía Norica, incluso en los tiempos de Franco, cuando fomentaban los autos sacramentales.

Ya con la democracia, el Ayuntamiento socialista de Carlos Díaz inventó el Festival Iberoamericano de Teatro, que se mantuvo con la popular Teófila Martínez, y que con Kichi ha ido claramente a menos en su nivel artístico. Ha quedado algo alicaído, como un pariente pobre de lo que llegó a ser, y de lo que pudo ser y no ha sido después. Pues la idea era consolidar un festival de referencia para España e Iberoamérica, incluso con aspiraciones de atraer a un público especializado.

Después de los premios Max, veremos qué futuro espera al teatro en Cádiz. En los últimos años, lo mejor del teatro (sainetes, esperpentos, comedias, títeres, dramas y tragedias) se ha visto en el salón de plenos municipales.

José Joaquín León