TRES días de luto oficial y una ciudad conmocionada. Los gaditanos aún se preguntan por qué. ¿Por qué la muerte bajó como una loca por un puente, y se llevó por delante tres vidas cargadas de esperanza? Una mujer que se había jubilado hace un mes como profesora en el IES Juan Lara, de El Puerto de Santa María. Una chica y un chico, alumnos del IES Drago y del Conservatorio Manuel de Falla. Un violín quedó en el asfalto, una palmera arrancada, un autobús destrozado... Ahí viajaba un grupo de estudiantes de Enfermería de Jerez, que acudían a Cádiz para sus prácticas, y encontraron tres cadáveres en su camino y varias personas atropelladas. Una historia de dolor inconcebible.

La fatalidad de una muerte inesperada puede perseguir a cualquiera. En su poema Accidente de tráfico, la poeta polaca Wislawa Szymborska, ganadora del Nobel en 1996, recreó esos momentos. Algunas familias han tenido la desgracia de sufrirlo. Son los instantes previos a un hecho trágico que va a cambiar sus vidas: “Todavía no saben/ qué pasó hace media hora/ allá en la carretera./ En sus relojes/ una hora ni fu, ni fa…”. Y así unos niños corren alrededor de la mesa, un gato es acariciado. Y suenan unos golpes en la puerta, pero es la vecina que llega para devolver una sartén. Al fondo, suena un teléfono. Tras la ventana, aparecen unas nubes que arrastra el viento… El dolor se acerca, nadie lo sabe.

Una desgracia ocurrió en la tarde del lunes en Cádiz. No se conocen las causas. Se deben investigar, porque hay tres muertos y varios heridos. Lo más simple es decir que le fallaron los frenos a un autobús que pasó la ITV hace dos meses. Pero eso lo deberán determinar los peritos y técnicos. No sabemos lo que ocurrió, especular carece de seriedad, mientras no se demuestre.

Quizás no es el mejor momento para decirlo, pero las dos entradas de Cádiz para el tráfico son peligrosas. En la del puente de la Constitución se reduce de pronto la velocidad al bajar, ya que se pasa de 100 a 70 km/h, de máximo permitido, en pocos metros. Cualquier despiste es peligroso. Sin olvidar que no se construyó el acceso subterráneo y que la glorieta de acceso está confusa, con una bifurcación que despista a algunos. Hay una glorieta, cuesta abajo, y con semáforos. En cuanto a la de Cortadura, no funcionan los semáforos para reducción de velocidad; y más de un despistado ha terminado con el coche en lo alto de la glorieta de acceso. No es por oportunismo, pero las entradas a Cádiz necesitan retoques para mejorar la seguridad del tráfico.

José Joaquín León