SUELEN aconsejar el transporte público unos señores y unas señoras que viajan en coches oficiales. O en coches particulares. O que, simplemente, no viajan. Y recomiendan lo público porque queda progresista, como de sumar votos, y creen que los ricos no viajan en transporte público, suponiendo que la clase business de los aviones y la clase preferente de los AVE no lo sea. Sin embargo, al transporte público le ocurre lo mismo que a cualquier servicio: debe competir por precio asequible, sí, pero también por calidad. Si es barato, incluso gratis, pero lento e ineficaz, no resultará competitivo e indignará a los usuarios. Es lo que sucede en los desplazamientos de Cercanías y Media Distancia. Es decir, para ir de Cádiz a Jerez, o de Cádiz a Sevilla en tren, pongamos por caso.
El transporte público, como concepto, se suele mencionar para desplazamientos de corta o media duración. Se supone que para ir a EEUU, Japón o Australia lo mejor es viajar en avión, que también es transporte público; excepto que uno sea riquísimo y pueda desplazarse en su avión privado a Nueva York. Quedan personas retrógradas, como Greta Thunberg, que aconsejan viajar entre América y Europa en barco, como en los tiempos de Cristóbal Colón, porque contaminan menos. En avión se llega en pocas horas y en barco no; por lo que sólo se lo pueden permitir personas con mucho tiempo libre. En el acuerdo del PSOE con Sumar se quieren cargar los viajes en avión para distancias cortas (como Madrid-Barcelona o Madrid-Sevilla) y sustituirlos por el AVE, que se estropea casi siempre que llueve.
Volviendo a las personas cercanas (las que van de Cádiz a Jerez, o de Cádiz a Sevilla) resulta que el tren puede salir gratis. Pero no mejora al autobús en el servicio. Porque si un tren tarda casi tres horas entre Sevilla y Cádiz (con el retraso sumado), y un autobús tarda una hora y media por una autopista plagada de baches (en verano dos horas, por los atascos), ¿qué pasa? El viajero de hoy está peor que hace 10 años, en cuanto a la duración del viaje. Y se supone que el progreso es para mejorar, no para regresar al tiempo de los hombres primitivos.
Entre Cádiz y El Puerto, el catamarán no sirve cuando hace viento. El tranvía de Chiclana, que cumple un año con triunfalismo, tiene el handicap de utilizar la vía del tren entre San Fernando y Cádiz. El transporte público no es como el turístico. El tranvía 28 de Alfama, en Lisboa, es recreativo. Para los trabajadores, estudiantes y sufridores se debe exigir un transporte público competitivo. No basta con la propaganda oficial.
José Joaquín León