EL Carnaval suele ser propicio a las noticias luctuosas durante el concurso. La muerte de Adela del Moral llena de tristeza estos días de fiesta. Su importancia para los coros es comparable a la de otro fallecido prematuro, Julio Pardo, con el que coincidió como autora dos décadas en la Transición del Carnaval. Años del Teatro Andalucía (que ya ni siquiera existe), hasta el regreso al Gran Teatro Falla, con la remodelación realizada cuando era alcalde Carlos Díaz. El tiempo, que todo lo estropea, convirtió en veteranos a aquellos jóvenes que revolucionaron los coros en los 80 y los 90, a los que Joaquín Fernández Garaboa El Quini (al que siempre se recordará con aprecio, por haber mantenido los coros durante el franquismo) quería enviar a los leones, por no respetar la pureza ortodoxa del tango, según sus estrictos criterios.
El Quini hoy hubiera montado un zoológico con los leones, pues aquellos jóvenes de antaño, como Julio Pardo y Adela del Moral, serán recordados como mantenedores e impulsores del tango. Y con fidelidad indudable a las raíces. El tango de Adela, que se ocupaba de la música en aquel coro mixto, era de una gran delicadeza, de inspiración femenina por su sensibilidad y musicalidad, pero de una fuerza que lo llevó a convertirse en una referencia. Con su coro, para el que escribieron Antonio Rivas y Antonio Segura, entre otros autores, siempre al lado de su compañero y marido, Luis Frade, ganó Adela muchos premios. En total, 10, entre ellos dos primeros con ‘La viudita naviera’ y ‘Watussi’. Sin embargo, para mí (y creo que para muchos) su mejor coro fue uno que no ganó, ‘La tertulia de doña Frasquita’, que le dio nombre a la peña que tuvieron en la calle Santiago, una calle carnavalesca y cofrade, que está presente en todos los festejos de la ciudad.
Fue una lástima para el Carnaval que Adela del Moral se retirase prematuramente y que no siguiera más años con su tango, dulce y emotivo, un poco habanero y un poco napolitano, a fuerza de ser tan gaditano. Pero ella prefirió dedicarse a su actividad como maestra y a seguir otros cauces de la vida, siempre mirando de reojo al Carnaval. Era una pionera. Había abierto un camino difícil, por el que siguieron otras mujeres, como autoras y componentes. Aunque (hay que decirlo) ninguna ha tenido todavía la importancia y la valía de lo que aportó Adela.
Fue concejala del PSOE entre 1999 y 2003, por su amistad con María de la O Jiménez. Recibió otros premios por su trayectoria. Era Hija Predilecta. Pero el más curioso fue el del año pasado: el de su calle, entre Muñoz Arenillas y el Paseo Marítimo, una calle nueva, inexistente hasta entonces, que abría una salida directa al mar. Todo un símbolo de Adela del Moral, caracola de su tango, que abrió caminos, en la primera línea de Cádiz.
José Joaquín León