LA esclavitud en Cádiz ha sido investigada por profesores de la UCA. Sin embargo, a niveles populares, es poco conocida. Se ignora la importancia económica que alcanzó hasta el siglo XIX, cuando la ciudad vivió un nuevo periodo de esplendor, que acabó tras la ruina del Banco de Cádiz y la decadencia que llevó a la Primera República. También se suele olvidar (y se pasa de puntillas) que en la Constitución de Cádiz de 1812 no fue abolida la esclavitud. Argüelles la consideró “opuesta a los sentimientos de la nación española” y “el espíritu de su religión”. Pero no consiguieron abolirla en las Cortes de Cádiz. Hoy, en el siglo XXI, existen nuevas formas de esclavitud.
El pasado 15 de mayo, en un acto organizado por la Real Academia Hispano Americana, que acogió la Fundación Cajasol en la antigua Casa Pemán, fue presentado el libro Del olvido a la memoria. La esclavitud en la España contemporánea. Está coordinado por Martín Rodrigo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, uno de los principales expertos en la materia. Y, entre los 13 capítulos que incluye, hay tres escritos por profesoras e investigadoras gaditanas: María del Carmen Cózar Navarro y Lydia Pastrana Jiménez, de la Universidad de Cádiz, y María Vázquez-Fariñas, gaditana, actualmente en la Universidad de Málaga. En las intervenciones de Carmen Cózar y Lydia Pastrana quedó muy bien expuesta la importancia social y económica que tuvo la esclavitud en Cádiz. No era un negocio exclusivo, sino que se gestionaba junto con otras industrias, como las bodegas, por ejemplo, y formaban parte del comercio con América. También tuvo gran importancia para el patrimonio inmobiliario. Mostraron algunas de las mejores casas-palacios de Cádiz, que siguen en pie, y que se construyeron gracias a esas ganancias.
José María García León, que asimismo intervino en dicho acto, leyó cuatro anuncios publicados en el Diario Mercantil de Cádiz, en el siglo XIX, en años posteriores a la Constitución de 1812. Se ofrecía la venta de esclavos, incluso de niños, como quien vende un perro o un gato. Se les trataba casi como a mascotas domésticas. Sobre los últimos esclavos se extendió una leyenda amable, que no se correspondía con la realidad de sus míseras vidas. Aunque no se trataba a todos igual.
Esa lacra humana que supuso la esclavitud no ha desaparecido. Sí oficialmente, pero no en la realidad. Hoy se trafica con personas en la inmigración ilegal, las drogas, o la prostitución. Los negreros siguen blanqueando. Las mafias controlan negocios. Y el poder no es capaz de evitarlo.
José Joaquín León