LOS responsables de que Ciencias de la Educación no se traslade desde el campus de Puerto Real al edificio de Valcárcel son la Junta de Andalucía y la Universidad de Cádiz. También tienen responsabilidad la Diputación Provincial, que es la propietaria de ese edificio, y el Ayuntamiento de Cádiz, que se dedicó a exigir sin poner nada a cambio. Desde que empezaron a hablar del traslado, en la Junta han gobernado consejeros del PSOE, Ciudadanos y el PP. En la UCA, los dos sectores del estamento universitario local: el liderado por González Mazo y ahora por Mantell y los de Piniella. En la Diputación, el PSOE y el PP. En el Ayuntamiento, el PP, la izquierda insumisa y otra vez el PP. Ningún partido es inocente, ni tiene derecho a decir que iban a hacer lo que no hicieron. A pesar de todo, gracias a la tradicional inoperancia gaditana se ha evitado un gran error.
Desde que se habló del presunto traslado de Ciencias de la Educación al edificio de Valcárcel he escrito varios artículos, y siempre me ha parecido un error. Se puede admitir que una facultad se traslade de Puerto Real a Cádiz, igual que antes fue llevada desde Cádiz a Puerto Real. Aunque también es cierto que en casi todas las capitales universitarias hay facultades en la periferia metropolitana. El campus de Puerto Real está hoy más accesible desde Cádiz que cuando se creó. Desde entonces se ha construido un segundo puente sobre la Bahía, que desemboca en sus inmediaciones, y una estación de tren de Cercanías, además del autobús. Es accesible en transporte público y privado, sin demasiados problemas, porque el tráfico ya no está como hace 25 años.
Por otra parte, el edificio de Valcárcel no fue considerado de uso universitario en la primera propuesta de la Diputación. Como se sabe, el proyecto presentado cuando la gobernaba el socialista Rafael Román contemplaba un hotel de lujo. Y ese fue el proyecto que trataron con el Ayuntamiento de Cádiz, entre tiras y aflojas, cuando era alcaldesa Teófila Martínez. Se concedió a Zaragoza Urbana. Y ahí palmó, porque no tenían medios para afrontar ese proyecto. Renunciaron, después de que se perdiera el tiempo, en unos años en los que otras empresas hoteleras más fuertes podrían haberlo acometido.
A partir de aquella renuncia, comenzó la fiesta. La okupación de Valcárcel para el pueblo, el carísimo traslado de Ciencias de la Educación… Mucho hablar, sin hacer nada. Ahora se anuncia otro proyecto futurible. Es una lástima que uno de los mejores edificios civiles de Cádiz siga abandonado a sus desgracias.
José Joaquín León