PUEDE que algunas personas piensen que en Cádiz se organizan demasiadas procesiones extraordinarias en verano. Con lo cual, agosto y septiembre parecerían como una Cuaresma bis, fuera de temporada. Esto puede tener una explicación subliminal. En Cádiz, la Cuaresma auténtica no dura 40 días. En Cádiz, una parte de la Cuaresma se la traga el Carnaval. El domingo de Piñata es, en la liturgia, el primero de Cuaresma. Y no digamos nada de los Jartibles, que coinciden con el segundo. En Cádiz, la Cuaresma en las calles dura menos de un mes. Pero hay que diferenciar, para entender que el recorrido del Nazareno por las tierras beduinas está justificado y es de gran beneficio espiritual y social.

Ha sido un acierto llevar al Nazareno de Santa María las parroquias de los Extramuros. Ha servido para dar coherencia a una realidad eclesiástica. Todas las cofradías de Semana Santa, menos dos (Borriquita y Despojado), tienen sus sedes en el Cádiz de Intramuros, que es donde están las principales devociones y las dos catedrales. Eso es así por la historia y el arte, y porque la fe no entiende de muros. Pero también es cierto que hoy en día, las parroquias con más fieles de Cádiz están en Extramuros. La parroquia número uno de Cádiz es San José.

Por eso, allí fue la primera estación del Nazareno tras salir de Santa María. Siempre resulta pintoresco ver a una imagen religiosa con la playa de Santa María del Mar al fondo, aunque a fin de cuentas esa playa está dedicada a la Virgen. Pero, sin duda, el momento más emotivo para muchos gaditanos fue la parada que el Nazareno dedicó a los enfermos y a sus familias en el Hospital Puerta del Mar. Al entrar el Nazareno en el Hospital, se quedó junto a los que más le rezan y más le piden. Ese consuelo es impagable y es un testimonio de amor.

Me pareció mezquino que alguna entidad atea hay criticado las visitas de imágenes religiosas a hospitales públicos. Con su intolerancia demuestran que no son ateos (creencia respetable) ni laicistas (mal entendido), sino que sólo se mueven por el odio a la religión católica. No les basta con defender sus ideas, si tienen alguna, sino que intentan que los creyentes católicos no lo puedan practicar. O sea, que son totalitarios, además de resentidos.

Las lágrimas de los devotos, el sentimiento limpio de la gente de buen corazón, lo que cada uno espera… Ese es el mejor antídoto para creer; y para saber que Jesús Nazareno, al entrar en el Hospital, se ponía del lado de los que sufren, y que su dolor es el de aquellos a los que no olvida.

José Joaquín León