EN las últimas semanas se ha hablado mucho de Franco, que hace ya más de 50 años que murió. En los tiempos de Franco, los franquistas gaditanos solían decir (en privado) que Cádiz era la ciudad menos franquista de España. En el sentido de que era la menos entusiasta con el dictador cuando venía de visita oficial, lo cual hacía pocas veces, en comparación con otras ciudades. Quedan testigos de aquel tiempo, aunque cada vez menos. Y se puede recordar que en aquellos años los gaditanos no levantaban barricadas en las calles, sino que existía bastante resignación. En las encuestas de entonces, que estarían más manipuladas que las del CIS de ahora (o serían parecidas) se llegaba a la conclusión de que la mayoría de los españoles eran apolíticos.

De ahí deducían que era por su satisfacción con el orden que aportaba el régimen franquista. Y porque quienes habían padecido la guerra civil no querían volver a los enfrentamientos políticos que la originaron, según el relato oficial. Sin embargo, a pesar de que los apolíticos eran la supuesta mayoría absoluta, las masas eran movilizadas cuando les interesaba. Cada vez que surgía algún problema interno o externo, las masas eran llevadas en autobús y con bocadillo a la plaza de Oriente madrileña, a gritar “Franco, Franco”. Esas excursiones eran muy apreciadas en provincias, porque les permitían conocer mundo sin emigrar, y los viajes les salían gratis.

Pero no sólo llenaban la plaza de Oriente en Madrid. Cuando Franco viajaba a Bilbao, en el Nodo aparecían las calles llenas de un público entusiasta, que festejaba la visita del Caudillo. Bilbao parecía una de las ciudades más fervorosas. ¿De dónde salían aquellos vascos? Es un misterio, a lo mejor no eran vascos, pero lo parecían. Y lo mismo pasaba en otras ciudades españolas. Quizás menos en Barcelona, sobre todo en los años 60, cuando el Real Madrid de Bernabéu ganaba siempre la Liga y el Barça quería ser más que un club. Y, como una curiosidad, estaba la tibieza de Cádiz. Llenar la plaza de San Juan de Dios, cuando venía Franco, les resultaba complicado, pese a organizar las excursiones pertinentes.

En Cádiz, los combates de la guerra civil duraron dos días. Fue de las primeras ciudades conquistadas por los militares sublevados. Quizás eso pudo influir. Pero, probablemente, lo que más se notaba era la desidia y la decadencia. Cádiz también estuvo olvidada en aquellos años. Por eso, cuando el alcalde José León de Carranza consiguió que construyeran un puente en la Bahía, a la gente le pareció que había ocurrido un milagro.

José Joaquín León