ES cierto que venían de formar broncas en las calles. Es cierto que congregaron a la gente en la plaza de San Juan de Dios, para festejar el cambio, y que se escaparon algunos lapos cuando salieron  los otros. Es cierto que hubo problemas protocolarios con las indumentarias del alcalde. Es cierto que algunas veces el izado de banderas fue recibido con división de opiniones. Pero se debe reconocer que están haciendo un gran esfuerzo de adaptación al poder. Como dice Teresa Rodríguez, la lideresa de Podemos en Andalucía, “tienen que dejar de vernos como personajes pintorescos”. Traducido significa que ya no les atrae tanto el frikismo.

HOLA, hola… Ha llegado La gran ola. Se trata de un documental del director Fernando Arroyo, que ayer se estrenó en algunos cines de la provincia. Se supone que su objetivo es alertar sobre el riesgo de que un gran tsunami destruya las costas de Cádiz, Huelva y el sur de Portugal. Se utiliza una recreación, y se advierte que no existen planes adecuados para la evacuación, en caso de una desgracia semejante. Por las radios nacionales, por algunas televisiones, ya han empezado a asustar con este asunto. Incluso se aventura que el tsunami puede ser inminente, para lo que no existe ninguna previsión científica que lo garantice, ni que lo deje de garantizar. Pues los tsunamis no tienen todavía predicciones fiables.

GRACIAS a las redes sociales, a Internet, a todos los adelantos, estamos tan bien comunicados que a veces se mete la pata hasta el fondo. Véase lo que ha ocurrido en las últimas horas con los falsos despidos de Navantia. El alcalde de Cádiz, José María González Santos, emitió un comunicado por un supuesto recorte de plantilla que no existía. Tanto el origen como las consecuencias fueron pintorescos, si no fuera grave que en esa trampa hayan caído personas con cargos relevantes. Para colmo, por la noche, en las redes sociales, supuestos policías anunciaron riesgos de atentados inminentes, aprovechando el miedo de Londres. Estamos en la temporada de las bulerías. Tengan cuidado. Se lanza el bulo y que le den por… saco.

NO suelo comentar premios, honores y distinciones entre compañeros, pero hoy se debe hacer una justa excepción. La Asociación de la Prensa de Cádiz le ha concedido el premio Paco Navarro a Mirian Peralta y Enrique Miranda por su trabajo en las retransmisiones del Carnaval en Onda Cádiz TV. Conocí a Paco Navarro desde antes de trabajar con él, en 1978, en la Redacción de ABC de Sevilla. De hecho, entré como becario porque me recomendó su padre, Francisco Navarro Cardoso, que también trabajaba allí. Paco Navarro era un apasionado del Carnaval, prematuramente fallecido, que fue un pionero en difundirlo por Sevilla y Andalucía. Por eso, Mirian y Enrique son unos dignos herederos y merecedores de ese premio. Porque ellos han contribuido a difundir el Carnaval de Cádiz.

QUEDA para la historia del Carnaval el éxito en el Liceo de Barcelona. Queda para el recuerdo que las comparsas de Antonio Martín y Antonio Martínez Ares, así como las chirigotas de Vera Luque y El Selu, fueron las primeras en cantar en ese teatro. Allá donde triunfaron Luciano Pavarotti y Plácido Domingo. Allá donde han cantado en casa Montserrat Caballé y Josep Carreras. Allá donde ayer estrenaron una nueva producción de Rigoletto, de Verdi. Aunque no es lo mismo, naturalmente. Ni el público era el mismo tampoco. Pues allí no estaba la alta burguesía catalana, sino muchos emigrantes andaluces, que llenaron el teatro. También es verdad que en esa ciudad han pasado de Pasqual Maragall a Ada Colau.