NO lo dirán con claridad, pero el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy seguirá en funciones mientras dure. Cambiarán unos ministros y seguirán otros. Sorayita o Mari Loli. ¿Y qué? En contra de lo que están diciendo, el PSOE no va a permitir que gobierne el PP, estén tranquilos sus militantes negativos, porque es imposible hacerlo con 137 diputados. Ni siquiera se puede aprobar un presupuesto sin negociarlo. Así que será un Gobierno como en funciones, ya sin el corsé de las terceras elecciones, pero de corto alcance. Olvídense del rodillo y de imponer el programa electoral. Ni siquiera Ciudadanos, que ha pactado previamente unos acuerdos, les ofrecerá un apoyo firme.

Este Gobierno sólo se formará porque Rajoy tiene ganas de seguir, aunque ya nada sea igual. Y porque el PSOE y Ciudadanos (y también Podemos y el PP, a pesar de las encuestas) temen a las urnas, por lo que pueda pasar en la campaña de Navidad. Así que a todos les interesa una tregua, que permita arreglar los asuntos internos, organizar congresos, cargarse a los rebeldes de cada partido, establecer nuevos liderazgos y otras cuestiones íntimas que a la mayoría de la gente no le interesan.

Hubiera sido más sensato y coherente que el PP y Ciudadanos formasen un Gobierno de coalición, que al menos estuviera respaldado por 169 escaños en el Congreso y por la mayoría popular en el Senado. Con tres ministros para el partido de Albert Rivera, en justa proporción. Y sin escurrir el bulto. Pues carece de sentido negociar unas medidas de Gobierno para después ejercer una oposición light, de si te he visto no me acuerdo. O se está, o no se está. Y si es que no, pues vámonos que nos vamos.

Si nos ponemos trascendentes, podríamos decir que en esta difícil coyuntura para España hacen falta grandes acuerdos. Todo esto que ha pasado con el PSOE es de opereta cómica vienesa. El PP no es el partido del demonio Satanás, sino un grupo con el que se deben poner de acuerdo para ciertas cuestiones básicas que requieren el consenso de todos, empezando por la reforma de las pensiones, que sólo tiene dos soluciones: o se ingresa más, o se paga menos. ¿Y por qué no le importa ya a nadie la reforma de la Constitución? ¿Acaso la iba a reformar Pedro Sánchez con sus amigos, ellos solitos? En ese Congreso de los Diputados tres y dos no suman siete.

La habilidad consiste en cambiar todo para decir que no hubo cambio. Este Gobierno va a salir al ruedo ibérico justito de fuerzas. Y puede caer más pronto que tarde.

José Joaquín León