SÁLVESE quien pueda. Llega el verano y empieza algo diferente. Propongo que en el futuro designen el 21-J como Día del Orgullo Turístico. Van a abrir las fronteras interiores entre las autonomías y las exteriores con algunos países europeos. Y el miércoles ya veréis los festejos de la noche de San Juan, en ciertas playas del Mediterráneo. Se amplía la libertad de viajar, que había sido suprimida en los últimos meses por el estado de alarma de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y queda la sensación de “¡Españoles todos: la guerra del coronavirus ha terminado!”. ¿De verdad? ¿Y el coronavirus se ha quedado cautivo y desarmado? No, no del todo; se ha ido a hacer las Américas. Será por culpa de Cristóbal Colón.

En España ya no hace nadie las Américas, como en tiempos de los indianos, sino que se trata de hacer el agosto desde que empieza el verano. Pedro Sánchez hizo una declaración institucional ayer, por el fin del estado de alarma. Ya no es necesario. ¿Ah, pero lo era? Puede haber algún brote, de rebote, y están preparados, según parece.

De momento, la ruina es peor y podremos viajar. No sólo entre las ocho provincias de nuestra Andalucía, sino por toda España. También podemos ir a Madrid y también pueden salir los madrileños, a pesar de la madrileñofobia; y los catalanes, a pesar de la catalanofobia; y los europeos, a pesar de la eurofobia. Por el contrario, no podremos viajar aún a Portugal, porque son nuestros hermanos, pero no primos, y porque han organizado un sarao en la frontera para el 1 de julio, con el rey Felipe VI y su presidente, Marcelo Rebelo de Sousa.

Así hemos llegado a un nuevo ideal: turismo sin turistas. Algunos quieren turistas que sean como ángeles, ajenos al mal, pero no turistas de carne y hueso, ni de chancla y calcetín. La mayoría se conformaria con que el turista llegue con un pasaporte sanitario, con sus sellos, y donde dijera: “Franziska Merkel, natural de Düsseldorf (Alemania), va limpia de coronavirus”. En el aeropuerto le medirán la temperatura, con la esperanza de que no sea de 41 grados. Y ojito con las pateras, que no es racismo, sino por lo que pasó en Fuerteventura.

El Gobierno asegura que tiene todo previsto; y eso es lo peor, para echarse a temblar. Son previsiones circunstanciales, hoy digo algo y mañana no sé. El turismo con turistas da mucho miedo. Pero más cornás da el hambre, según dijo El Espartero, un torero sevillano que nunca fue regente y que murió de una corná. Hay que rezar más que nunca. Y no olviden la mascarilla...

José Joaquín León