LAS elecciones vascas y gallegas han estado gafadas desde el minuto 1. Las convocaron para el 5 de abril, que era el Domingo de Ramos. En el pecado han llevado la penitencia. En Andalucía nos quedamos con la amargura de no ver ni una procesión ese día (ni los demás tampoco), pero ellos se quedaron sin votar. Aunque Urkullu es del PNV y Feijóo es del PP son amigos para siempre, en plan “Alberto, ¿qué día lo ponemos?”. “Vamos a pensarlo bien, Íñigo, que ya se nos ha fastidiado una vez”. Y así se les ocurrió el 12 de julio, que es hoy, lo más pronto que pudieron. Pensaron que aplazarlas al otoño sería peor, por miedo a la segunda ola del coronavirus. Parece que no iban tan mal encaminados. Era elegir entre lo malo o lo peor.

Pero el País Vasco y Galicia son tierras con largas historias de brujerías. En el País Vasco inventaron los aquelarres, como si el Maligno fuera pelotari. En Galicia las meigas iban a su aire, y la santa compaña organizaba cortejos por el Finisterre. Si el Apóstol Santiago apareció por allí sería por algo. Tierra propicia a la magia, como narraron Camilo José Cela y Álvaro Cunqueiro, los dos mejores escritores gallegos contemporáneos. No se sabe lo que les va a salir.

El País Vasco ha tenido 1.561 muertos por coronavirus, con una población de 2,18 millones de habitantes; y Galicia ha tenido 619 muertos, con una población de 2,70 millones. A pesar de que parece que en A Mariña se están muriendo por las calles, si vemos los telediarios, la realidad es que la mayoría de los casos son de jóvenes, y que ese brote se propagó entre amigotes. Alberto Núñez Feijóo posiblemente sea el presidente autonómico que mejor ha gestionado la pandemia en su comunidad, desde luego mejor que Urkullu. Los datos del País Vasco son peores que los de Galicia y que los de Andalucía, aunque como allí gobierna el PNV apoyado por los socialistas vascos, se ha aireado menos en la campaña. Normal.

Otra cuestión es que no dejen votar hoy a los enfermos. Recuerden que se ha consultado a la Junta Electoral Central, por lo que la decisión es de ellos. Es cierto que la fecha es inoportuna, con brotes por ahí, y que es duro privar del voto a los enfermos. Pero también lo fue privar de sus derechos a todos los españoles y encerrarlos durante tres meses. Si la salud era lo primero en España, no puede ser lo segundo en Galicia y el País Vasco. Puede que hubiera otras soluciones para votar, y ahí han fallado. Aunque muchos españoles que viven en el extranjero no pudieron votar otras veces y nadie impugnó nada por despojarlos de su derecho.

José Joaquín León