TAMBIÉN esto pasará. Sólo faltan dos días para las elecciones autonómicas de Madrid. Sí, autonómicas, aunque parece que el futuro de España y la Humanidad dependen de lo que decidan los madrileños y las madrileñas el 4 de mayo. En Madrid viven ciudadanos (y no son pocos) firmemente convencidos de que toda España es como Madrid. Aunque hay otras comunidades autónomas, en total son 17; y algunas, como Andalucía, tienen más habitantes y más provincias. No se ha demostrado todavía por qué Madrid necesita ser autónoma de Madrid, quizá les bastaría con una Diputación Provincial. Pero ahí los tienen: abriendo todos los telediarios de las Españas con sus ocurrencias.

Se ha planteado como la enésima batalla de Madrid entre las derechas y las izquierdas. Incluso han vuelto al “no pasarán”. En realidad, hay muchas cosas que recuerdan a lo que ocurrió allí entre 1936 y 1939, pero más refinado. Unos quieren derrotar al comunismo y otros al fascismo, como antaño. Aunque hemos evolucionado: de Stalin a Podemos y de Hitler a Vox, y de los bombardeos a las balas por correo, y de los refugios improvisados a los escáneres averiados, y de las trincheras a las líneas rojas. A pesar de todo, se mejora en el cambio.

Tan enajenados van que un vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, viendo lo que podía pasar a Unidas Podemos (quedarse en la insignificancia), dimitió de su cargo para presentarse como candidato autonómico en Madrid, a sabiendas de que en el mejor de los casos quedará cuarto o quinto. Podría ser consejero si el soso Gabilondo resucita en las urnas. El soso, para poner un poco de picante, le hizo un guiño a Iglesias, después de decir que sólo pactaría con Ciudadanos. O sea, con un partido al que las encuestas profetizan que se convertirá en extraparlamentario, por culpa de Arrimadas y Aguado. Y en esas llegó Mónica García, una médica anestesista amiga de Errejón, que encarna el mito de la Superwoman en la política. Su futuro está en el PSOE pedrista, dentro de no mucho tiempo.

Otros sugieren que si Isabel Díaz Ayuso consigue la mayoría (aunque sea con apoyo de Vox) podría convertirse en el recambio de Pablo Casado para el cartel nacional del PP. Sería otro error, que se basa en lo mismo: creer que toda España es como Madrid. En Madrid, el ayusismo cae bien en los bares y le arrebata muchos votos pijitos a Vox.

Veremos a quién le sale el tiro por la culata en Madrid. Esas elecciones están llenas de peligro. Pero pongan los pies en el suelo: no son extrapolables al resto de España.

José Joaquín León