DIOS salve al Rey. Porque si espera que lo salve el Gobierno, que le debe respeto institucional, lo tiene difícil. El episodio de la espada de Simón Bolívar ha sido el último esperpento en el festival de comedias de Podemos. Este partido (o lo que sea, pues ni ellos saben lo que son, desde que renunció el gran titiritero) forma parte del Gobierno de Pedro Sánchez, pero se comporta como un partido antisistema de ultraizquierda. Es bochornoso que le reclamasen disculpas a Felipe VI por supuestamente no respetar unos símbolos ajenos, cuando ellos no respetan los símbolos de España, empezando por el Rey, que es el Jefe del Estado al que menosprecian.

El carácter bolivariano de Podemos ha quedado una vez más de manifiesto. Como todas las ideologías, se pueden defender y se las puede criticar. En este caso de la toma de posesión de Gustavo Petro en Colombia, la espada ha sido una torpe excusa para enredar. Mientras unos medios de información difundían una foto en la que se veía a Felipe VI sentado cuando pasaba la espada por delante de él, ese mismo martes, La Vanguardia publicaba otra foto en la que se veía al Rey de pie cuando pasaba la espada por delante.

También el martes pasado, Pedro Honrubia, diputado de Podemos por Granada, escribía un tuit donde se leía: “Lo que se echa de menos una buena guillotina en la historia del estado español, joer”. En la historia del parlamentarismo español, hemos pasado de la oratoria de verbo encendido de Emilio Castelar a tuits semejantes. ¿Qué se hubiera dicho, si un tuit pidiendo guillotina lo hubiera emitido un diputado de Vox? Honrubia reconoció después que el Rey sí se levantó. Había basado el tuit de la guillotina en una mentira.

Dios salve también a la Reina. Todavía no se habían apagado los ecos de ese bluf, cuando ha surgido otro espantoso asunto de estado. Esta vez no podemita. Críticas a la reina Letizia, por pasear con su real familia vestida con minifalda o shorts, a pesar de que cumplirá 50 años el 15 de septiembre. ¿La quieren con burkini? Lo mismo que escribí el miércoles pasado de las políticas guapitas: la envidia, que es muy mala. ¿Y no se defendía que la mujer real se puede vestir como quiera?

A esto se llamaba, en tiempos de Franco, serpientes de verano. Mientras se pierde el tiempo, escribiendo y hablando de la fiel espada triunfadora de don Simón, o de la minifalda real, nos olvidamos de lo que de verdad preocupa a los españoles: ya ha empezado la Liga de los penaltitos.

José Joaquín León