EL populismo del PSOE sanchista y de Unidas Podemos no sólo está dividiendo el país entre ricos y pobres. También están agravando la brecha generacional. La lucha de clases, que abanderaba el marxismo desde Marx, se ha ampliado a la lucha de generaciones. Pero no con unos planteamientos de filosofía política, sino confusos y maniqueos. Desde Unidas Podemos (que se presentó como el partido de la juventud indignada) y desde el PSOE (que se ha subido al carro con Pedro Sánchez) han considerado que se deben apoyar en los jóvenes, pues al fin y al cabo van a vivir más tiempo y son los votantes del futuro. Aparte de medidas electoralistas, ya suficientemente comentadas, el asunto es más profundo. Porque están propiciando una división peligrosa.

La pandemia ha influido. Al morir más mayores que jóvenes (unas cifras que se multiplicaron con los ancianos en las residencias), se difundió la idea de que el Covid 19 era una enfermedad letal para los viejos, pero leve para los jóvenes. Mensajes del tipo “Vacúnate por solidaridad con tus abuelos” han sido nefastos. En una sociedad egoísta, como es la nuestra, llegó un momento en que se esfumó la capacidad de sacrificio. Los veinteañeros y treintañeros han sido los grupos más reacios a vacunarse. La pandemia nunca fue percibida como un problema grave por un sector de la juventud. Son muchos quienes consideran que las medidas se adoptaron sólo para beneficiar a los mayores.

Otra barrera generacional se ha abierto por culpa de las pensiones. El sistema es insostenible. Los jóvenes ya no pueden cotizar en la cuantía necesaria para que la Seguridad Social pague a sus padres y abuelos. Al mismo tiempo, elevar la edad de jubilación a 70 años significaría que los mayores permanecerían más tiempo en el mercado laboral. A los jóvenes les quedan peores empleos y mal pagados, mientras los mayores se quejan de que es muy difícil recolocarse a partir de los 50 años y son carne de prejubilaciones.

En otros tiempos, el conflicto generacional se reconducía con las guerras (en lo negativo), y con la natalidad de las familias (en lo positivo). Ahora, viendo lo que pasa en Ucrania, ha vuelto el miedo a una tercera guerra mundial. Y las nuevas formas de familia, además de la precariedad laboral juvenil, han hundido la natalidad. Vivimos en una sociedad engañada, incapaz de atender sus necesidades, ni de sacrificarse, acostumbrada a medidas populistas. El futuro irreal que nos pintan sólo es una caricatura de la vida.

José Joaquín León