GUSTE o no guste, lo que dice Alejandro Rojas-Marcos es verdad. La autonomía de Andalucía se desbloqueó con el artículo 144 de la Constitución. A esa opción se llegó gracias al pacto entre los andalucistas del PSA y los centristas de UCD, en la cuestión de confianza que salvó a Adolfo Suárez en septiembre de 1980, con la llamada escena del sofá entre el portavoz andalucista Alejandro Rojas-Marcos, y el ministro Rodolfo Martín Villa. Una fórmula que permitió salvar la autonomía del artículo 151, cuando había pasado más de medio año desde que no se alcanzó la mayoría en Almería.

Esto fue así, guste o no. Yo viví aquellos hechos en primera persona como periodista y no hace falta que me los cuente nadie. También es verdad que la autonomía del 28-F no se hubiera ganado en ninguna provincia sin el apoyo del PSOE, capitaneado por Rafael Escuredo en Andalucía. Aunque los socialistas utilizaron el referéndum del 28-F como trampolín para el salto de Felipe González a la Moncloa, que llegaría en las elecciones de 1982, dos años después de aquella escena del sofá entre el PSA y UCD. Y es cierto que los socialistas montaron una campaña tremenda contra el PSA (se dijo que con Alfonso Guerra como cerebro de aquello), acusándolos de traidores, cuando habían aportado una solución para un problema: el referéndum se había ganado moralmente por la mayoría de los andaluces, pero no oficialmente, por las condiciones draconianas que impuso la UCD, con la que el PSA pactó a posteriori. Y es verdad que a la fórmula legal definitiva no sólo se sumaron UCD y PSA, sino también PSOE y PCE.

Dice Rojas-Marcos que en el Museo de la Autonomía hay tres fotos de Blas Infante y doce de Rafael Escuredo. En aquel tiempo preocupaban mucho las fotos. También se atribuye a Alfonso Guerra la famosa frase de “el que se mueve no sale en la foto”. Y los que salieron en la foto de la tortilla han sabido aprovecharlo para toda la vida.

Por el contrario, nadie dice que la idea era otra: que Andalucía, con la autonomía del 151, se uniera a Cataluña, País Vasco y Galicia como nacionalidad histórica. Y que las demás fueran regiones, como hubiera sido Andalucía en caso de perder el referéndum. Pero con la armonización autonómica, el espíritu del 28-F se difuminó.

El PSA jugó un papel notable. Su posterior hundimiento no fue por culpa de la historia fake del PSOE, sino por sus peleas internas. Pero esa es otra historia. Y las historias cada cual las cuenta según le interesa.

José Joaquín León