LA polémica Ley de la Vivienda es otra concesión de Pedro Sánchez para contentar a sus socios de Frankenstein. Viene patrocinada por los independentistas de Bildu y ERC, con el aval de Unidas Podemos. Pedro Sánchez abandona las políticas socialdemócratas, que eran las propias del PSOE, para introducir políticas del marxismo en versión podemita. En el maniqueísmo marxista, los buenos son los proletarios, mientras que los malos son los capitalistas. ¿Y los demás? Esas teorías eran del siglo XIX, y en muchos aspectos están desfasadas. Pero no se trata de teorías, sino de fantasías. En la Ley de Vivienda, van a cometer un error garrafal, porque hay más propietarios de pisos que okupas. Y van a beneficiar a una minoría que está fuera del sistema.

El PSOE defendió políticas económicas socialdemócratas (y hasta liberales) con Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. El PSOE acabó con los alquileres de rentas bajas y antiguas. Lo aprobaron en 1985, con Felipe en la Moncloa, mediante el decreto de Boyer, que liberalizó las leyes franquistas de arrendamientos urbanos de 1951 y 1964. Con Zapatero, las políticas económicas se encomendaron a Pedro Solbes y a ministros como Jordi Sevilla, que no eran marxistas. La socialdemocracia se basaba en subir impuestos para engrosar el Estado del bienestar, pero nunca se cuestionó la propiedad privada. La burbuja inmobiliaria le estalló a Zapatero.

Las políticas del franquismo con las viviendas sociales habían facilitado que millones de españoles tuvieran un piso propio. Las viviendas familiares se duplicaron en los años del baby boom, y pasaron de 7,7 millones en 1960 a 14,7 millones en 1980. Según algunas estadísticas, en España existen ahora 14,5 millones de hogares donde viven sus propietarios, mientras que las viviendas en alquiler no llegarían a los 4 millones. Es decir, en este país hay muchos más propietarios que arrendatarios. Y no todos los propietarios son ricos, sino que la mayoría pertenecen a las clases medias y trabajadoras, como dice Pedro Sánchez.

Por el contrario, los okupas son una minoría marginal, que en gran parte rehúyen la integración social. En el marxismo clásico se les considera lumpen. Su caso es diferente al de los jóvenes que buscan piso y tienen empleos precarios. Es evidente que hacen falta miles de viviendas sociales para abaratar el mercado. Pero el Gobierno no las ha construido, ni las va a construir. El populismo sólo construye promesas falsas.

José Joaquín León