SE suele decir que en este país no se presta ni a la esposa, ni al esposo, ni al coche, aunque puede haber excepciones. Sin embargo, los diputados y las diputadas se pueden prestar. Llega un partido que está cortito de representación y pide prestados tres o cuatro parlamentarios, como quien pide al vecino dos huevos que se le han olvidado. A mi modo de ver, eso es feo y debería estar prohibido. Si en las Cortes deciden unas normas, deberían ser para que las cumplan, todos por igual, y no para que se las salten por la cara cuando le interesa al querido líder don Pedro, que está juntando cromos a ver si completa el álbum de la segunda investidura, para el que aún le faltan algunas estampitas.

Son estampitas como en el timo del mismo nombre. A la gente le pareció fatal cuando Santiago Abascal, el de Vox, dijo que el PP debería trabajarse a cuatro o cinco socialistas de los buenos (o sea, felipistas añejos, compadres de Emiliano, o algo así), para que votaran en la investidura a Feijóo, y ya les saldrían las cuentas. La gente puso el grito en el cielo, porque parecía una apología del transfuguismo y un fraude a los votantes del PSOE.

Sin embargo, se diría que a la gente no le parece una apología del transfuguismo y un fraude a los votantes del PSOE que este partido preste cuatro diputados a Junts, el grupo de Puigdemont, para que el fugado ordene un apoyo al PSOE. Tampoco se entiende que el presidente del Gobierno esté dispuesto a regalar tres millones de euros (que ganarán con un grupo parlamentario fake) al mismo partido que tiene a dirigentes empurados por el gasto fraudulento de fondos públicos. Por un lado, malversan; y por otro, se lo regalan.

Prestar cuatro diputados del PSOE para Junts, o dos de Sumar para ERC, es como una prevaricación consentida. Y querían repetirlo en el Senado. Aunque allí manda el PP y se lo han frenado. ¿Para qué prestan diputados? Para que voten a don Pedro. O sea, que es una compra de votos camuflada. Y el diputado socialista que se va al grupo de Junts y regresa después es como un tránsfuga eventual, o será un tránsfuga fijo discontinuo.

Algunos populistas podemitas criticaron el sueldo de los alcaldes (que se ajustan a lo habitual), pero se callan cuando el PSOE y Sumar le regalan tres millones de euros al año a Junts y otros tres millones a ERC para que tengan un grupo parlamentario que no han conseguido en las urnas, sino en el despacho de don Pedro. Si eso no es prevaricación, se parece demasiado.

José Joaquín León