ADVERTI el pasado domingo que el lunes sería el día del teatro. Engañó a la ciudadanía, fingiendo una tragedia. El equívoco siguió hasta el último minuto, con la visita al Rey y la puesta en escena de la Moncloa. ¿Para qué? Para convertir la tragedia en farsa. La ciudadanía se enfadó. Querían sangre política, según la encuesta del CIS: que dimitiera o convocara elecciones. Aunque, según el CIS, Sánchez ganaría con 9,4 puntos de ventaja, lo que confirma que el sondeo era increíble. El Gran Líder se burló hasta de sus fieles. Los asustaron desde la Moncloa, diciéndoles: “Está difícil, va a dimitir”. Los engañados, tras el ridículo, han puesto caritas de circunstancias. Y a los que enviaron pocos autobuses a Ferraz los castiga en la lista europea. Juan Espadas se tragó el sapo con gusto Y no se olvidará el papelón de la cheerleader María Jesús.

“Mi mujer fue la primera que me dijo que siguiera”, confesó este caudillo del siglo XXI. El tinglado se ha montado dentro de la Operación Restar. Consiste en rematar a Sumar y a la izquierda situada a la izquierda del PSOE, para que esos votos reviertan a los socialistas y se conviertan en el partido más votado de España, por delante del PP. La Operación Restar va bien encaminada. A ello le ayuda sin querer Yolanda Díaz, que es un bluf de campeonato, y está sentenciada desde el fracaso en su Galicia natal. Se siguieron cargando a la izquierda desunida estatal en el País Vasco; y le darán la puntilla en Cataluña, donde los Comunes por sí van a quedar séptimos, por detrás de la CUP. Al Gran Líder no le importa potenciar a la izquierda extrema independentista, mientras consiga que el PSOE se vaya recuperando, a costa de restar a Sumar, pues el centro moderado ya lo da por perdido y lo considera de ultraderecha.

El PP le dio el abrazo del oso a Ciudadanos, pero Vox es ahora el tercer partido de España. Si el PP no se fortalece recuperando votos al PSOE, y también a Vox, a Pedro Sánchez le cuadrarán sus cuentas. Será cuando remate la Operación Restar. Será entonces cuando convoque elecciones para que el PSOE sea el partido más votado. Y eso podría ocurrir en otoño, sin ir más lejos. Acabaría con el insostenible chantaje que soporta; y pediría al PP que permita gobernar al más votado, como se harta de decir Feijóo. A “la derecha y la ultraderecha” le puede marcar un gol decisivo.

No lo den por difunto. Ya lo advirtió en la Ser: quiere gobernar más de tres años. Necesita tiempo, como todo caudillo. Aunque Alfonso Guerra lo califica de autócrata, que es lo mismo, pero suena más suave.

José Joaquín León