VIVIMOS en una sociedad que intenta anticiparse a los acontecimientos. Es normal que exista curiosidad, pero todo tiene sus tiempos y sus circunstancias. Faltan tres días para que comience el cónclave en el que será elegido el nuevo Papa y estamos en el periodo de los pronósticos. Sin embargo, ya se ha explicado que los comportamientos de la Iglesia católica (y no digamos de los cardenales) no se ajustan a las mismas costumbres de la vida política. No basta sólo con dividir el mundo (con simpleza y sectarismo) entre progresistas y conservadores. El catolicismo es más complejo. Y eso se aprecia y se confirma recordando lo ocurrido en los dos últimos cónclaves.

En 2005 fue elegido Papa el alemán Ratzinger, que era el favorito. Después se supo que el segundo en las votaciones había sido el argentino Bergoglio, que llegó a obtener 40 votos. Sin embargo, el propio Bergoglio pidió a varios cardenales afines que no le siguieran votando, porque su candidato era Ratzinger, y él no quería que esa división favoreciera que saliera elegido un tercero. Al final, Bergoglio, considerado un candidato progresista, ayudó a la elección de Ratzinger, considerado conservador.

En el siguiente cónclave, en 2013, fue elegido Bergoglio, al que ya se suponía pasado de edad, porque entonces tenía 76 años. En aquel cónclave, los favoritos eran el italiano Scola, arzobispo de Milán, y el brasileño Scherer, arzobispo de Sao Paulo. Según se supo, Bergoglio fue una alternativa, que ganó apoyos tras su deslumbrante intervención en una sesión previa al cónclave. Después, el emérito Benedicto XVI dijo que se alegraba de que Bergoglio fuera el sucesor, para que hiciera lo que él no se consideraba con energías para hacer.

Volviendo a los papables de hoy en día, incluso se admiten apuestas en las casas de ídem. Según esas apuestas, los máximos favoritos son el italiano Parolin y el filipino Tagle. A ambos ya les han publicado dosieres para criticar sus gestiones en la Secretaría de Estado y en Cáritas Internacional, respectivamente. Suenan otros nombres, algunos sin posibilidades reales. Hay hasta 19 candidatos, según algunas listas. ¿Y qué ocurrirá? El Espíritu Santo esos días volará con buen humor, pues ya dijo el Papa Francisco que a la Iglesia le conviene la alegría. Y este es el año de la Esperanza.

En los cónclaves suele resultar elegido un tapado. Tenemos nuestro favorito, pero no se le debe destapar. Estén tranquilos, se entiende que en los cónclaves sale como Papa el mejor de cada momento. Digan lo que digan las casas de apuestas.

José Joaquín León