l La histórica salida de 1932, en la Segunda República, originó dos versiones de lo sucedido l En los periódicos se reflejan insultos, lanzamiento de dos objetos, disparos, detenidos y carreras

LA manipulación de las cofradías por el poder político a derecha e izquierda, la coincidencia de la Semana Santa con mítines, las ofensas verbales y hasta los ataques contra los pasos, las carreritas de los que huyen… Todo eso, que algunos consideran fruto de los males contemporáneos del siglo XXI, ocurrió en 1932, llevado hasta el extremo. Fue la mítica salida de la cofradía de la Estrella, en aquel Jueves Santo de la Segunda República, que le valió el sobrenombre de La Valiente. Y con razón. Vivieron una estación de penitencia plagada de sobresaltos.

La doble España de la Guerra Civil, la memoria histórica según los bandos… Han contado dos versiones de aquellos acontecimientos. En los años del franquismo, con la versión del bando vencedor, se decía que la Estrella había decidido salir para cumplir su estación de penitencia, a pesar de las amenazas y el riesgo de incidentes y ataques a los pasos, que finalmente sucedieron. Gracias a la valentía de los cofrades trianeros, y de los sevillanos en general, evitaron males mayores, a pesar de la gravedad de lo ocurrido. Las demás cofradías no salieron, ante la situación de indefensión en que se encontraban, por la inseguridad de aquellos días y los ataques contra las cofradías y la religión.

En los años de la Transición tomó auge la otra versión, la del bando republicano. Según argumentaban, la historia se había contado al revés. Las cofradías decidieron boicotear la Semana Santa de aquel año 1932 porque la mayoría de sus dirigentes eran monárquicos y de derechas, y estaban en contra de la Segunda República. Las autoridades dieron garantías de seguridad y protección. Se culpó al cardenal Ilundáin de impulsar ese boicot. La Estrella, según estas versiones, lo rompió porque era una cofradía formada por gente del pueblo. Según Isidoro Moreno, la Estrella fue “menospreciada, calumniada y hostilizada”, además de acusada de “esquirola” por las demás hermandades. Menos énfasis se ponía en los incidentes, que ocurrieron y están documentados por la prensa de la época.

En la realidad, es cierto que las autoridades republicanas querían que se celebrara la Semana Santa; y es cierto que las cofradías, en sus cabildos, acordaron no salir, una tras otra, al estimar que no había garantías de seguridad en las calles. También les fastidiaba que en Sevilla se celebrara esos días el Congreso Nacional Comunista, que se clausuró el Martes Santo. Las gestiones realizadas por el alcalde, José González Fernández de la Bandera, y el gobernador civil, Vicente Sol, no consiguieron cambiar la opinión de las cofradías. Tan sólo la Estrella decidió salir el Jueves Santo, al considerar que la estación de penitencia se debía cumplir, a pesar de las incertidumbres. No obstante, alegaron sus penurias económicas. Por entonces el Ayuntamiento debía dinero de la subvención a las cofradías. La Estrella, finalmente, decidió salir. El acuerdo fue confirmado el Lunes Santo, tras serle garantizada la subvención. Por cierto, aquella Semana Santa coincidió con una huelga en los bares y las tabernas de Sevilla.

La mítica salida de la Estrella Valiente en el Jueves Santo de 1932 tiene documentados varios incidentes, según reflejaron periódicos como El Liberal y ABC. La procesión discurrió en un ambiente tenso, pero emotivo, con un público enfervorecido que aplaudía a rabiar. Hubo algunos gritos esporádicos de “¡Viva el comunismo!” en la calle Sierpes y la Avenida, que fueron replicados por otros más fuertes de “¡Viva la Estrella!”.

Peor fueron los ataques sufridos. A saber:

-En la calle Rioja arrojaron al techo del palio un objeto, que era el remate de un pasamano de escaleras, con un peso aproximado de un kilo.

-En la calle Sierpes, a la altura del Kursaal (después Palacio Central), le tiraron un cascote de construcción al paso de misterio, que  golpeó en uno de los ángeles y, de rebote, impactó en la cabeza de un soldado del Regimiento  nº.9, llamado Ginés Silvestre. El mismo soldado detuvo al agresor, Manuel Fernández de la Rosa, de 35 años de edad.

-En la entrada a la Catedral, por la Puerta de San Miguel, ocurrieron los incidentes más graves. Estallaron dos petardos y sonaron dos disparos, y después tres más, lo que provocó una estampida hacia la plaza del Triunfo, con personas arrolladas y caídas. El paso entró en la Catedral y cerraron las puertas. Dos personas fueron detenidas: el autor de los disparos, que estuvo a punto de ser linchado, y un militante de CNT al que la Policía intervino una pistola.

Tras un tiempo de espera, para calmar los ánimos, la Estrella volvió hacia Triana, sin que sufriera más incidentes.

Esta cofradía salió dos veces más en la Segunda República: en 1934, cuando hicieron estación 13 cofradías; y en 1935, año en que estrenó el palio azul bordado en el taller de Sobrinos de Caro.

Con el transcurrir de los años, a la Estrella le quedó el apodo de La Valiente. Si bien ya se refería a su capacidad para desafiar a los elementos adversos en las tardes lluviosas. Años en los que existía la tradición de salir aunque lloviera.

Hoy la valentía se expresa en la mirada del Señor  que va ser martirizado por amor, y en las lágrimas de la Estrella, que humedecen sus penas de Madre.

Triana siempre los recibe, hoy como ayer, con vivas  a su Estrella.

José Joaquín León