LO apunto al principio: ha sido una gran Semana Santa. Ha sido el reencuentro con las cofradías en las calles de Sevilla, después de dos años en que lo impidió la pandemia. No entro en detalles que ya han sido analizados por otros compañeros durante la Semana Santa. Costaleros y capataces, música, flores y otros aspectos, que en general han estado a buen nivel, con algunas excepciones. Pero sí quiero entrar en tres cuestiones que han sido polémicas:

-Las salidas con lluvia: Lo que ocurrió el Lunes Santo no se debe repetir. Desde una semana antes había anunciado la Aemet que llovería el Lunes y el Martes Santo. La borrasca se llamaba Evelyn. Hoy en día los meteorólogos se aproximan a la ciencia exacta y se equivocan poco, aunque ha aparecido una especie de curanderos de la meteorología que ofrece pronósticos mágicos. Se debe hacer caso a la Aemet, que son los profesionales. Y, además, que la trayectoria de las borrascas a cuatro horas se puede ver incluso en Internet. Significa que todos los que se mojaron podían saber que se iban a mojar. Yo he sido hermano mayor y no tenemos el don de la infalibilidad. Uno se puede equivocar, pero resulta muy feo echar las culpas a otros. La culpa no fue de los meteorólogos, que lo anunciaron. El Martes Santo nadie se salió del guión, y llovió incluso más de lo previsto.

Lo peor es que no respetaron las normas tradicionales de la lluvia: por ejemplo, vimos pasos mecidos bajo un chaparrón; por ejemplo, si te llueve cerca de tu templo, se da la vuelta y para adentro, pero siguieron adelante, a refugiarse más lejos, o a seguir mojándose con el recorrido completo. Cuidado, que con ese criterio laxo se podría estrenar un chubasquero bordado para el Cristo, porque tenemos muchas ganas de salir.

-La organización funcionó: La Semana Santa genera un movimiento de masas, que requiere una vigilancia discreta. Ya no se pueden admitir las bullas espontáneas de antaño. En ese sentido, el dispositivo del Cecop ha sido un éxito. El control de los veladores era necesario, por el bien de todos, incluidos los clientes de los bares. La carrera oficial sigue como en los últimos años. Se merece un retoque, pero poner todo patas arriba tiene riesgos adicionales. Las recomendaciones para la prevención del Covid en las bullas las han cumplido menos del 20% de las personas. Muchos costaleros bebían del mismo jarrillo. Veremos qué pasa, se dio por supuesto que ya no hay pandemia.

En cuanto a los retrasos en la carrera oficial, unas cofradías se esfuerzan por cumplir y otras no tanto. Suelen ser siempre las mismas. Y eso obliga a ajustes, que se deben estudiar con los papeles en la mano. El Miércoles Santo terminó con la Virgen de Regla saliendo de la Catedral a la 1:15.

-El público y la juventud: No hubo incidentes graves, a pesar de concentrarse miles de personas en las calles. Puntos negros son la suciedad y el exceso de alcohol. Suciedad, a pesar de Lipasam, que hace un esfuerzo colosal, a veces demasiado urgente. Se ha puesto de moda tirar todo al suelo, incluso en la carrera oficial. Y algunos beben como cosacos, pero no sólo jóvenes, también mayores. Es lamentable la tendencia a ver cofradías con el vaso en la mano, como si estuvieran en una caseta de Feria.

Hubo tranquilidad en la Madrugada. El público de la Madrugada en un 80%, era joven. Los mayores se reservan para la mañana del Viernes Santo. Los jóvenes, en general, se comportan bien, no peor que los mayores. A los jóvenes a veces se les critica por envidia, porque son jóvenes. Los jóvenes de la Semana Santa de Sevilla son un tesoro. Se pueden estropear o no, pero no depende sólo de ellos, también del ejemplo que vean. Yo he visto a jóvenes rezando delante de pasos, y eso no lo he visto en las playas.

La Semana Santa tiene un fundamento, que se mantiene, a pesar de las dificultades. Queda una tarea pendiente, pero el reencuentro ha sido memorable.

José Joaquín León