EL número mágico de Sevilla es el dos: incluye a uno y otro. La operación mágica de Sevilla es la división: nada de sumar, ni multiplicar, ni siquiera restar; a dividir (sobre todo entre dos). El símbolo perfecto de Sevilla, pese a ser una ciudad occidental, es oriental: el yin y el yang. El río Guadalquivir le viene de maravilla a Sevilla, porque la divide por la mitad. Y, por si no fuera suficiente, en la Cartuja le hicieron una corta, para desviarlo y que dividiera todavía más. Lo de divide y vencerás no se inventó aquí, aunque lo practicó Julio César, que fue premiado con una de las dos columnas de la Alameda de Hércules. Quienes viven en estas tierras lo saben: donde haya uno, pronto se convertirá en dos.

Algunos incautos atribuyen esto al fútbol: el Sevilla y el Betis. Pero no es cierto, porque los sevillistas y los béticos también se dividen. Y en las instituciones, entidades, grupos y familias locales suelen mezclarse sevillistas y béticos. Por lo que puede pasar que un clan, subdividido entre sevillistas y béticos, se vuelva a subdividir mezclando a más béticos con más sevillistas, o al revés. La esencia de la división no es la dualidad, sino el afán por dividir.

Vean lo que pasa en la política. Todos los partidos están divididos, virus del que se han contagiado en Sevilla. El más afectado es el PSOE, que primero se dividió entre sanchistas y susanistas, y después ha dividido a los sanchistas entre el auténtico Pedro Sánchez y el presuroso Patxi López. Así que una vez que Pedro Sánchez ha decidido que le conviene dividir el partido más todavía, ¿a dónde va? A Sevilla, por supuesto. La capital de la división. Una peregrinación para ver si consigue un milagro. Y de paso, a fastidiar a Susana, que es sevillana y lo dividió primero.

¿Y en el PP? Hablan de unidad. Sin embargo, en Sevilla, cada vez que mejoran los resultados en la provincia, se subdividen después un poco más. Miedo a ganar, llaman a eso. Lo más gracioso de la división entre críticos y oficialistas es que los críticos tienen como líder a Javier Arenas, que es vicesecretario general del PP español y ha sido la cara visible oficialista de toda la vida. Y el supuesto líder oficialista es el ministro Juan Ignacio Zoido, al que se presentó antaño como un fichaje del oficialista Arenas, que era su padrino. De modo que puedes tener un padrino crítico, o incluso medio padrino si es sevillano.

Esto  se traslada a todas las actividades: las cofradías, las asociaciones de vecinos, las casetas de feria. Quien tiene un amigo en Sevilla, tiene un enemigo en potencia.

José Joaquín León