A la gente le suena el proyecto de las Atarazanas como los túneles de la SE-40, la línea 3 del Metro, o el sexo de los ángeles de la guarda. Algo imposible de verificar. La ralentización de las obras, los aplazamientos y los cambios en el proyecto de Guillermo Vázquez Consuegra situaron a las Atarazanas en la estela del canal de Sevilla a Bonanza. Sin embargo, aunque ustedes no se lo crean, parece que eso va a cambiar. Y aunque tampoco se lo crean, la aspiración es que antes de que la temperatura suba un grado más, por el cambio climático, las Atarazanas tengan una media de visitas de un millón de personas al año, lo que supone la mitad de las que recibe la Catedral, Dios mediante la pandemia.

Esa es la previsión que anunció el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, en su discurso de ingreso como académico de honor de la Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz. Pulido habló sobre La Cultura, factor de desarrollo e integración social en todas las latitudes, y el final se lo dedicó a las Atarazanas. Tras el acuerdo de financiación, que ya se ha firmado entre La Caixa, la Fundación Cajasol y la Consejería de Cultura, las obras deben empezar en breve. Hasta que no aparezcan albañiles en esas obras, la gente no se lo creerá, y aplicará el negacionismo de Santo Tomás. Es una obra que necesita fe.

Antonio Pulido está entusiasmado con ese proyecto. La Fundación Cajasol lo va a gestionar en los próximos 25 años. Es un ejemplo inusual de mecenazgo cultural y de colaboración entre las administraciones públicas y la iniciativa privada, que se plasmará a través de la Fundación Atarazanas. Conseguir ese objetivo de un millón de visitantes, al tercer año de funcionamiento, permitiría que las Atarazanas fueran rentables por sí mismas, y los beneficios se pudieran reinvertir en becas y otras iniciativas sociales y culturales.

Es un proyecto que no sólo se plantea de andar por casa, a la sevillana, sino para retomar y fomentar los vínculos históricos de España con América. Singularmente, desde Andalucía, por lo que además de Sevilla, también se pretende vincular a Cádiz y Huelva por su relación histórica con América. Y asimismo lo quieren abrir a las empresas, para que funcione como una plataforma trasatlántica. Las Atarazanas se integrará en esa milla de oro turística que forman la Catedral, el Alcázar, el Archivo de Indias y la Torre del Oro.

Aún puede sonar a utopía, sí, pero el proyecto cuenta con una ventaja para ser realidad. No depende sólo de los políticos, tendrá una gestión privada.

José Joaquín León