EL pasado domingo salió en su paso la Virgen del Amparo, que tradicionalmente ponía el broche de oro al ciclo de procesiones de gloria en Sevilla. Aunque no es lo mismo, cuando cerraban las puertas de la Magdalena recordaba al Sábado Santo en San Lorenzo, cuando entra la Soledad. Al retornar a su templo la Virgen del Amparo, se veía más cerca el resto del calendario: las fiestas de la Inmaculada y la Navidad, que cerrarían otro año. Y el quinario del Señor del Gran Poder, que abriría el siguiente. El ciclo de glorias empezaba con la Alegría de San Bartolomé y se cerraba con esa alegría en la Magdalena. En los últimos años han inventado más procesiones. Y en 2021, además, saldrán dos extraordinarias: la del centenario de la Candelaria el 5 de diciembre. y la Virgen de los Reyes el 7 de diciembre por el fin de una pandemia que aún no está finiquitada. Ahí quería llegar…

La procesión de la Misión del Señor del Gran Poder, en la tarde y la noche del sábado 6 de noviembre, así como los anteriores traslados, resultaron ejemplares. Se controló la seguridad. El 90% del público, aproximadamente, utilizó mascarillas en las bullas. Se supone que no sólo era aconsejable, sino imprescindible, al haber cercanía a escasos centímetros con personas desconocidas. Sin embargo, apenas una semana después, el domingo 14 de noviembre, el uso de la mascarilla entre los asistentes a la procesión del Amparo fue inferior, en torno al 80%, el 75% o menos en ciertos lugares. Por supuesto, no acudieron tantas personas como a la procesión del Gran Poder, aunque en algunas calles, más bien estrechas, hubo bullas.

Se perciben síntomas evidentes de relajación en las costumbres preventivas y en el uso de la mascarilla, precisamente cuando está subiendo el número de contagios. La protección no es obligatoria al aire libre en zonas poco concurridas. Pero se indicó que era conveniente en las grandes concentraciones. La Consejería de Salud de la Junta debe intervenir y explicar con claridad el protocolo de mascarillas para las procesiones. Y que deberían ser obligatorias para ver a la Virgen de la Candelaria y a la Virgen de los Reyes a principios de diciembre. Entre los no usuarios de mascarillas hay personas de todas las edades, y se nota una presencia considerable de los grupos (de entre 20 y 40 años) donde hay menos vacunados. O sea, personal de riesgo, para ellos y para los demás.

Vamos a recordarlo más claramente: todavía estamos en el filo de un alambre. Las procesiones son observadas con lupa por el enemigo. Un aumento de contagios sería mortal para la Semana Santa de 2022.

José Joaquín León