LA relación de Sevilla con Dos Hermanas es pintoresca. Todavía hay sevillanos puros que la consideran como un pueblo, quizás grande, que está cerca de la capital. Sin embargo, durante el mandato como alcalde del socialista Francisco Toscano, que permaneció 39 años en el cargo, Dos Hermanas ha pasado de tener 50.000 habitantes a contar con 138.059 vecinos censados en 2021. Y ha crecido hasta el punto de que ya no hay fronteras entre los límites municipales de Sevilla y Dos Hermanas. Con lo cual, en la realidad real, suman más de 800.000 habitantes entre ambos municipios; mientras los alcaldes de Sevilla, con mentalidad egocéntrica, se esfuerzan por llegar a los 700.000 en la capital y por ofertar más suelo en el término propio, en vez de articular la realidad metropolitana.

Siempre se habla de la prolongación de Sevilla hacia el Aljarafe. Evidentemente, existe. Donde más se ha notado es en Mairena del Aljarafe, que tenía 46.895 habitantes en el último padrón y que creció mucho con las obras de la Exposición Universal de 1992, favorecida también por tener línea de Metro. Sin embargo, la expansión hacia el sur, entre Dos Hermanas y Sevilla, ha creado una fusión que no se tiene en cuenta.

El crecimiento se ha generado, especialmente, en Dos Hermanas. Y no sólo porque el suelo para construir fuera más barato. También porque la inversión económica va hacia lo seguro. En Dos Hermanas era segurísimo que nadie le ganaría unas elecciones municipales a Toscano, que consiguió 10 mayorías absolutas. Con lo cual había certezas, no existirían barreras políticas. Dos Hermanas ha sido como China, pero sin chinos; o sólo con los allí emigrados. Es decir, un lugar donde se sabía quién mandaba. Así se pueden montar proyectos de futuro como el que ahora han presentado en Entrenúcleos, para construir el rascacielos más alto de Sevilla, que medirá 150 metros y superará a la Torre Pelli, y supongo que no influirá en el skyline de la Giralda.

Dos Hermanas aspira a ser por el sur de Sevilla lo que tiene Madrid por el norte en Alcobendas, San Sebastián de los Reyes y otros municipios de más de 100.000 habitantes llenos de empresas y convertidos en zonas residenciales de clases medias y altas. A tanto no llegarán, pero lo intentan.

Integrar Sevilla y Dos Hermanas, en un objetivo común, es una necesidad obvia, aunque pertenezcan a dos municipios diferentes. Sin olvidar que hay proyectos para construir miles y miles de viviendas, mientras la natalidad está bajo mínimos. ¿Cómo se resolverá eso, sin perjudicar a los barrios que ya existen? Es un enigma.

José Joaquín León