EL desabastecimiento de productos de alimentación que sufrimos estos días, a consecuencia de la huelga de transportistas, pone los vellitos de punta. ¿Y qué pudiera pasar, si esto sucede en Semana Santa o en Feria? Faltan 17 días para el Domingo de Ramos. Se supone que la huelga no durará hasta entonces. Pero es un conflicto que puede tardar en solucionarse. Y, sobre todo, el desabastecimiento no se corrige de un día para otro. Y, si a ello se añade que los pescadores tienen los barcos amarrados, y que hay problemas en la agricultura y la ganadería, pues ya ven. Son días aciagos para el típico pescaíto de Cuaresma.

Lo peor es que este asunto lo debe solucionar el Gobierno de Pedro Sánchez. El mismo Gobierno que cambia de opinión de un día para otro con el Sáhara. El mismo Gobierno que reúne a los presidentes autonómicos en la isla de la Palma, y les dice que a final de marzo (no antes), van a adoptar medidas para ayudar a los españoles y españolas, y que van a bajar los impuestos de la gasolina. Pero, unos días después, dice que no, que no van a bajar los impuestos de la gasolina, y que el precio máximo de la luz tampoco cuela, pero que van a dar unos bonos o algo así a los transportistas. Y se sienta a negociar la huelga con los transportistas que no están en huelga. Y con los camioneros que han montado el desabastecimiento dice que no se reúne, porque son ultraderechistas.

Podemos temer lo peor, si no ocurre un milagro. Hay una conjunción astral espantosa, que ha llevado a Vladimir Putin a invadir Ucrania, Joe Biden de presidente de los EEUU en modo venerable anciano, y Pedro Sánchez cambiando sus ideas de un día para otro, si es que tiene alguna idea. Ni los del PSOE saben ya por dónde les va a salir el jefe, que está desquiciado desde que le quitaron a Pablo Casado.

En Sevilla, las huelgas de Semana Santa nos recuerdan otros tiempos. Cuando los camareros estrenaban huelga el Domingo de Ramos. Entonces los piquetes no eran de ultraderechistas, como dicen Pedro y sus ministros, sino de sindicatos que iban cerrando bares. En Semana Santa también se montó un buen jaleo con las reivindicaciones de la Policía Local en 2000, el año de los incidentes en la Madrugada. Algunos teóricos incluso les atribuyeron relación, sin poder probarlo. En las huelgas hay nerviosismo, a veces se pierde el control, y eso es lo que está pasando.

Las huelgas en Semana Santa son una tentación del demonio. Eso da mucho miedo. Porque el demonio, en los últimos tiempos, está que no para. Mucho cuidado, que avanza la Cuaresma y falta poco.

José Joaquín León