EL pasado sábado (o sea en la víspera del Pregón de la Semana Santa) muchas personas se vieron sorprendidas por una procesión en el centro de Sevilla. En este caso se trataba de la Abnegación de San Bernardo, una salida procesional con orígenes en una cruz de mayo que comenzó hace 30 años. La procesión estaba organizada por la Asociación Cultural Cofrade (sic) que la sustenta. El paso, en madera de carpintería, ya no llevaba sólo al Señor con iconografía de Cautivo, como otros años, sino que ahora es un misterio con siete imágenes. Las seis figuras secundarias han sido realizadas por el imaginero Ramón Martín y se estrenaban este año. Era una procesión tipo vísperas incipiente, con todos sus avíos. Pero que no tiene papeles eclesiásticos y sólo está autorizada por lo civil.

Se han destacado algunos detalles que la hacen más curiosa. Aunque salieron desde el barrio de San Bernardo, la mayor parte de su itinerario discurrió por el casco antiguo. Llegaron hasta la Alfalfa, y pasaron por la calle Muñoz y Pabón (a la ida y la vuelta) y la calle Águilas, dos de las vías de acceso y salida del centro, permaneciendo el tráfico cortado en la zona tres horas un sábado por la tarde-noche. La procesión estaba acompañada musicalmente por Virgen de los Reyes, una de las principales agrupaciones musicales de Sevilla. El paso estaba escoltado por guardias civiles. Y las monjas clarisas del convento de Santa María de Jesús se asomaron, cuando pasó por la calle Águilas. También la recibieron los bomberos, al volver por el puente de San Bernardo.

No se trata de criminalizar a ninguna entidad. En Twitter dijeron que cumplen una labor social y que la imagen recibe culto interno en un convento. En algunos barrios de los llamados periféricos, surgieron otras asociaciones que han sido adaptadas y adoptadas por sus parroquias, por lo que están en proceso de legalización. Pero este caso es peculiar, porque no se limitan a su barrio de San Bernardo ni su entorno de la Buhaira y por allí, sino que acuden al centro, donde se monta lo que se montó, de un modo acampanado.

El Ayuntamiento no debería lavarse las manos como Pilato, ni mirar asustado como Claudia Prócula. No se debe cortar el tráfico para estas procesiones. Cualquier peña o caseta de feria podría organizar su procesión, si esto no se regula ya con coherencia. Otra cuestión para la reflexión es si esta asociación, en concreto, se debe incorporar ya a la religiosidad popular, con las normas pertinentes. Si se puede, hágase. Y si no se puede, que la autoridad civil no permita jugar con un paso de misterio.

José Joaquín León