EN la Semana Santa, los servicios municipales son como los árbitros: funcionan mejor cuando pasan inadvertidos. Si los servicios municipales adquieren protagonismo en Semana Santa, es mala señal. Los servicios municipales sevillanos también tienen su sala de VAR, o de lo que sea, que está en el Ayuntamiento. Este VAR de la video vigilancia interviene poco. En los bares se enfadan con el cuarto árbitro de la Policía Local, cuando acude a leerles la cartilla, quizás una hora antes, por si acaso. Pero los servicios municipales deben funcionar, sí o sí; o después llegarán las quejas al alcalde y se formará la tángana en el Pleno municipal. Antonio Muñoz, en Semana Santa, ha sido discreto. Estuvo donde debía estar, pero sin alardear de nada.

Falta apenas un año para las elecciones municipales. Y han faltado dos Semanas Santas en las calles de Sevilla durante el presente mandato municipal. Una curiosidad para aficionados a las anécdotas: Juan Espadas fue elegido alcalde en 2019 para las cuatro Semanas Santas siguientes; pero no se ha sentado ni en 2020, ni en 2021, ni en 2022 en el sillón del Teatro de la Maestranza para el Pregón. Tampoco ha salido ninguno de esos años en la presidencia de la Hiniesta el Domingo de Ramos. Salió en su anterior mandato, pero en este le ha tocado a Antonio Muñoz.

Los servicios municipales de ahora los montó Juan Espadas. Antonio Muñoz los ha heredado. El núcleo duro de Fiestas Mayores, el Cecop y los que organizan y vigilan, lo montó Juan Carlos Cabrera, que permanece ahí, al menos de momento, mientras no elaboren la lista para el Parlamento de Andalucía. Cabrera ha conseguido que los servicios municipales funcionen razonablemente en Semana Santa. A pesar de su gestión, no fue designado para alcalde y parece que saldrá del Ayuntamiento. Pues lo importante no es si un político lo hace bien o mal. Muñoz, ya lo he escrito, está saliendo mejor de lo previsto.

La gente que se queja por los servicios municipales se fija en la limpieza. ¿Y por qué será? No creo que se le puedan poner peros a Lipasam en Semana Santa. Aunque sí se les podría poner menos basura y menos porquerías. Pasa una cofradía y parece que ha pasado una fiesta de primavera. Es admirable la cantidad de latas y botellas estrujadas que quedan cuando pasa el último músico de la banda. Además de limpiar, sería conveniente no ensuciar.

Los servicios municipales son de todos, o sea de nadie. Por eso, no buscan el aplauso, sino que se conforman con pasar desapercibidos. Y hasta la Feria, que será la siguiente oportunidad de criticarlos.

José Joaquín León