SEVILLA sabe mezclar tradición y modernidad, se podría decir. El pasado viernes, se publicó en el Diario lo siguiente: “La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha visitado esta semana Roma y, en el primer Festival sobre la Nueva Bauhaus Europea, ha puesto a Sevilla y a la futura sede del Centro Común de Investigación (JRC) en el Parque Científico y Tecnológico Cartuja como ejemplo de crecimiento sostenible y transición ecológica”. La oficina de prensa del Vaticano distribuyó una foto, en la que aparece el Papa Francisco observando el proyecto sevillano que le mostraba la presidenta de la CE.

Y digo yo: por motivos muy inferiores se han nombrado hijos adoptivos. ¿A qué están esperando para nombrar a Ursula Gertrud Von der Leyen hija adoptiva de Sevilla? O, al menos, invitarla a los palcos para la próxima madrugada del Viernes Santo. O que salga en la procesión del Corpus de 2023. Ursula es miembro de la CDU alemana; o sea, de la democracia cristiana. No crean que es sólo una fanática del cambio climático, como dirían los de Vox.

El proyecto de marras es interesante. Demuestra que circulan muchas mentiras sobre Sevilla. Una de ellas es que la isla de la Caruja no sirvió para nada después de la Expo 92. ¡Anda que no! Ese proyecto se va a realizar en el Parque Científico y Tecnológico de la Cartuja. Lo que confirma que Sevilla, junto a Málaga, puede y debe estar en la vanguardia de la innovación y la tecnología en Europa. Y que ya cuenta con el reconocimiento de la CE (eso que llaman Bruselas) para apuestas de futuro.

Otra mentira habitual indica que no se puede hacer nada innovador en Sevilla por culpa de la Semana Santa y la Feria, que mantienen a los sevillanos y las sevillanas como si fueran unos cretinos folklóricos, sin orientarse del futuro. Pero se ha visto que cuando se quiere, se puede. Y se puede presentar al Papa un proyecto vanguardista, a realizar cerca del estadio en el que fue beatificada Madre María de la Purísima y acudió la Esperanza Macarena.

Pero lo más curioso es que este proyecto estrella, diseñado por el arquitecto danés Bjarke Ingels, propone cubrir el recinto “con una cúpula de porches solares que proporcione sombra a una plaza, a un jardín y también al edificio”. Es decir, si esto funciona, se podría implantar el invento en otras plazas y calles de la ciudad. Con lo cual, los toldos tendrían los días contados. Leopoldo, olvídate del toldo... Nos podemos imaginar a los cinco mil capillitas del Corpus pasando bajo los porches solares de la plaza del Salvador. Para que luego digan que estamos atrasados.

José Joaquín León