COMPRAR periódicos de papel en Sevilla los domingos de verano es un suplicio. Los quioscos se están perdiendo, además de que cierran por vacaciones. Por otra parte, el lector de periódicos de papel es visto ya como un hombre de las cavernas, un analfabeto digital. Mientras el libro de papel resulta glamuroso, parece que el periódico ya no sirve ni para lo que dijimos. Sin embargo, la gente se queja, como sucedió cuando el quiosco de Curro y Miguel en la Campana, esquina a Sierpes, volvió a abrir sin periódicos ni revistas, sino con souvenirs para turistas. Pasa lo mismo que con el comercio tradicional. La gente dice: “¡Ay, qué pena! ¡Han cerrado la churrería de la Alfalfa!”. “Pero ¿tú ibas allí alguna vez?”. “Yo no, pero me ha dado mucha lástima”.

Pues esto es lo que sucede aquí. Vale para las churrerías o los quioscos. Si no se compran periódicos ni revistas, son insostenibles. Si la gente quiere leer todo gratis por Internet, los quioscos venden menos periódicos de papel. Eso no ocurre sólo en Sevilla. En Barcelona, los quioscos de Las Ramblas han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Ada Colau para ampliar su oferta. Además de vender periódicos y revistas, libros turísticos, souvenirs y demás baratijas a los guiris, podrán servir café, disponer de un cajero automático y funcionar como consignas para recoger pedidos realizados por Internet. Es decir, tendrán un funcionamiento multiusos. Así podrán seguir vendiendo periódicos de papel, como toda la vida. Siempre que alguien los compre, se entiende.

En Sevilla, todavía quedan quioscos que venden periódicos y revistas. No muchos, pero sí algunos. En el centro de Sevilla, sin ir más lejos, sigue habiendo quioscos al modo tradicional, como el de la Alfalfa, o el de la esquina de Sierpes con San Francisco (otro punto cofrade, como el de la Campana), ente otros. También los hay que no son quioscos, sino que están en un local, pero con espíritu quiosquero, como el de la calle Mateos Gago, en Santa Cruz.

Puede ser que los quioscos del futuro, además de servir café y recoger los pedidos de Amazon y Alí Babá, o lo que sea, sigan vendiendo periódicos y revistas. Para eso, como para toda actividad, hacen falta clientes, no lamentos. Los quiosqueros no deberían ser sustituidos el día de mañana por robots, aunque así podrían abrir los domingos, ya que los robots trabajan con la semana de siete días, igual que los periódicos desde que desapareció la Hoja del Lunes. Los quiosqueros son el alma de los quioscos. Es una profesión como librero, para la que no sirve cualquiera. Poseen un don especial, pero no viven del aire.

José Joaquín León