SIEMPRE que una imagen de gran devoción es restaurada suele haber polémica. Por eso, la buena acogida de los trabajos realizados a la Esperanza de Triana es un éxito para su restaurador, Pedro Manzano, y para la Junta de Gobierno, que preside Sergio Sopeña. La acogida ha sido positiva, por el evidente buen resultado. Y se debe precisar que la restauración no ha sido revolucionaria, ni se ha recuperado ninguna policromía de los tiempos del catapum. Porque la policromía que luce hoy la Esperanza de Triana es la de antes de la restauración: la que le hizo Luis Álvarez Duarte en 1989, que ha sido limpiada y consolidada después del deterioro de 33 años.

El concepto de restauración en las imágenes procesionales ha cambiado con el tiempo. Existió una pugna entre los restauradores académicos y los imagineros, que han ganado los restauradores. Pero seamos justos. Los imagineros de los siglos XVIII, XIX y XX restauraron según les pedían las hermandades; es decir, en general, retallando y retocando imágenes para embellecerlas. Había otros criterios.

Una imagen mariana de vestir, como es la Esperanza de Triana (y las dolorosas, en general), centra su valor artístico en el rostro. El candelero no está a la vista. En la restauración, Pedro Manzano le ha cambiado el candelero y el mecanismo de los brazos. Además, ha resanado las manos y ha confirmado que no son obra de Castillo Lastrucci, sino que este imaginero le colocó unas de origen antiguo, fechables en torno a 1800. Algunas dolorosas disponen de más de un juego de manos, y la gente ni se entera de cuando se las cambian.

En cuanto al rostro, la autoría de la Esperanza de Triana es colectiva, de varios autores que dejaron su huella. Los expertos y los asesores han analizado los detalles. Juan de Astorga le imprimió su carácter, pero no se debe olvidar a quienes actuaron posteriormente en la mascarilla, sobre todo tras el incendio. Gumersindo Jiménez Astorga la acercó a su aspecto actual y después intervinieron José Ordóñez y Antonio Castillo Lastrucci.

En cuanto a su policromía, se han descubierto huellas (no apreciables para los devotos) de tiempos pasados. Pero la policromía actual es la que le hizo Luis Álvarez Duarte en 1989, que ha sido limpiada y resanada. La intervención de Álvarez Duarte a la Esperanza de Triana la explicó él mismo. No le retalló nada, pero la policromía es obra suya. Algunos lo criticaron entonces. Y otros que se callaron lo han criticado después de muerto, cuando Álvarez Duarte ya no se podía defender. Por eso, es de justicia decir las cosas claras.

José Joaquín León