ALGUNOS reputados gastrónomos piensan que las estrellas de Michelín son un camelín. Es decir, que están sobrevaloradas, y que se quedan con la gente. Sin embargo, es como una biblia de la gastronomía para ciertos comensales. Así encumbran o despeñan restaurantes, no siempre con criterios ajustados a la realidad. Es cierto que el libro de los gustos culinarios no se puede limitar a una opinión, a veces discutible. En ese sentido, se debe señalar que Sevilla está maltratada en la Guía Michelín. En el cómputo de estrellas de la gastronomía española, Sevilla no sólo aparece por detrás de las principales capitales, sino incluso peor que algunos pueblos.

En la nueva Guía Michelín sólo incluyen a dos restaurantes sevillanos con una estrella: Abantal y Cañabota. Si se hiciera una encuesta sobre los restaurantes sevillanos, con buenas muestras al respecto, probablemente los resultados serían diferentes. No en el sentido de que esos dos restaurantes no aparecieran entre los mejores (que sí estarían), sino que también existen otros cuyos menús pueden estar a la misma altura. O incluso por delante.

Como no soy crítico gastronómico, y para eso ya tenemos en este Diario a Pepe Monforte, no voy a entrar en rankings, que igualmente serían personales y arbitrarios. Quien viaje a Sevilla como turista de lujo y consulte la Guía Michelín llegará a la conclusión de que aquí hay mucha cantidad y poca calidad. En Andalucía, sin ir más lejos, aparecen cuatro municipios con más restaurantes estrellados que Sevilla: El Puerto de Santa María (Cádiz) con el Aponiente de Angel León, que tiene tres; y con dos están el Noor, de Córdoba; Bardal, de Ronda (Málaga) y Skina, de Marbella (Málaga). También Jerez está al nivel de Sevilla, ya que cuenta con dos restaurantes con una estrella: LÚ y Mantua.

Si nos fijamos en las provincias, vemos que Cádiz, Málaga y Córdoba están por delante de Sevilla. Y si se menosprecia a la capital, también es curioso que no aparezca ningún restaurante de los demás municipios sevillanos con alguna estrellita. Con lo que gusta en Sevilla una gala, también organizaron la de Michelín en 2019. Pero ni por esas. No es como los premios Goya, que han repetido. Y se han portado bien: han incluido con siete nominaciones a Parasceve, de Hilario Abad, una película sobre la Semana Santa, a la que le han reconocido sus méritos con objetividad.

Sin embargo, el odio a Sevilla se nota en la gastronomía. Y eso perjudica para el turismo de lujo más que el vuelo a Nueva York. Sólo falta que le echen las culpas a Juanma o al consejero malagueño.

José Joaquín León