EN estos momentos, con los informes médicos presentados, José Antonio Griñán no puede entrar en prisión. Ya no es una cuestión de justicia, sino de humanidad. Me ha parecido admirable que el actual presidente de la Junta, Juanma Moreno, haya sido sincero, mostrándose contrario al ingreso de Griñán en prisión, y recordando su especial sensibilidad al respecto, porque su padre falleció de cáncer. En la política, como en todo, también se debe tener sensibilidad, respeto y hasta compasión. Ser buenas personas o malas personas no es patrimonio de ningún partido, ni de ninguna ideología. Nadie debería dividir el mundo en los nuestros y los demás.

En el funeral por Benedicto XVI que tuvo lugar la noche del martes en la Catedral de Sevilla, el arzobispo, José Ángel Saiz, saludó al final a las autoridades asistentes. Por el protocolo, dio la casualidad de que coincidieron juntos el alcalde, Antonio Muñoz, del PSOE, y la consejera de Educación, Patricia del Pozo, del PP. Se les vio saludarse con afecto y conversar. Los políticos son seres humanos, más allá de las diferencias ideológicas, y las broncas de partidos. Cada cual es como es, pero algunos no son como la gente los supone, o como los han caricaturizado. Por las rivalidades, existe una tendencia a presentar a los políticos como peores personas de lo que son. Siempre me ha parecido injusto.

Se puede tener amigos de todas las ideologías, sin renunciar a las creencias de cada uno. En Sevilla hay muchos ejemplos. Griñán fue un presidente de la Junta afable en el trato, serio, educado, y desde luego no tan sandunguero y folklórico como imaginan a los andaluces más allá de Despeñaperros. Su responsabilidad en el caso de los ERE ha sido juzgada y ha resultado condenado. Pero, si padece un cáncer de próstata, y necesita un tratamiento médico que no puede recibir en una cárcel, es ineludible mostrar esa humanidad que es patrimonio común de las personas bien nacidas. Y eso no es impunidad, ni tiene nada que ver con los ERE, sino con la vida.

Aquella frase de almanaque de Concepción Arenal proclamaba: “Odia el delito y compadece al delincuente”. Aunque el delito lo cometa un político, la compasión se refiere a la persona. No es justo que un político merezca peor trato que un delincuente común. En Semana Santa se libera a presos regenerados. No se entendería por qué un ex presidente de la Junta enfermo debe ser maltratado con crueldad.

Pedro Sánchez se puede ahorrar ese indulto, que no es como el de otros. Si tuviéramos una política más humanizada, probablemente viviríamos mejor.

José Joaquín León