A la Cartuja le cabe todo. Con razón, se la califica como una isla mágica. Desde que acabó la Expo 92, empezaron a decir que aquel sería un terreno baldío, donde proliferarían los jaramagos y se notaría el despilfarro multimillonario de aquel evento. Después empezó otra polémica sobre el estadio llamado Olímpico, cuando Alejandro Rojas-Marcos defendía que Sevilla organizara unos Juegos Olímpicos y Manuel Ruiz de Lopera intentó que se lo regalaran al Betis. Mientras se decía que allí no habría nada, se instalaba todo lo nuevo. Y así seguimos, como si fuera un cajón de sastre, que no de desastres. Es raro que la Agencia Aeroespacial no se ubique en tan maravillosa isla. Pero habrá otras novedades.

Algunos sevillanos ni siquiera se han enterado de que allí han creado una zona restringida al tráfico, o algo parecido. Pero lo más admirable que se ha anunciado últimamente, en la isla de la Cartuja, es un proyecto de la Junta de Andalucía: el Arena Estadio. Será un pabellón deportivo en el entorno del estadio, con un presupuesto inicial de 92 millones de euros (el estadio costó 120 millones y fue calificado de despilfarro) y con una capacidad para 15.000 espectadores. El estadio y el pabellón formarán un complejo deportivo de alto nivel. Según anunció la consejera de Economía, Carolina España, la Junta ha pedido al Gobierno central que lo incluya en los fondos Next Generation, que son los nuevos cuentos de la lechera de Bruselas.

Además del estadio y el pabellón, en la Cartuja se pretende potenciar “edificios energéticamente eficientes y espacios para una actividad en grados y universitaria que se oriente al deporte”. Es decir, que Sevilla, además de ser la capital española del espacio, los caballos, el cine, la Semana Santa y mucho más, sería la capital del deporte. No ya por el Betis y el Sevilla, sino por las maravillas del Cartuja Arena Estadio. Un envidiable espacio deportivo, aunque Sevilla se bajase del tren olímpico, por culpa de los empujones recibidos desde Madrid, entre otras cuestiones.

Una vez que se construya este gran pabellón deportivo del Caruja Arena, con sus 15.000 plazas, ya sólo faltará que aparezca algún iluminado para proponer que el pregón de la Semana Santa se traslade allí, como a dijeron con el palacio de congresos de Fibes. Posiblemente, no se llegue a tanto, pues el pregonero debería acudir con una nutrida hinchada. Pero seguro que le encontrarán grandes utilidades a este nuevo espacio. Como sucedió con el estadio, con el Cartuja Center, con el Teatro Central y con todo lo que se ha construido en esa isla que no serviría para nada.

José Joaquín León