EL cartel de la Semana Santa de Sevilla de 2023 ha merecido casi unánimes elogios. Ha sido catalogado como un grandísimo cartel. No sólo por su tamaño (mide 2,62 x 1,92 metros), que obligará al Consejo a buscarle una ubicación adecuada, sino sobre todo por su calidad artística. Daniel Franca ha conseguido la cuadratura del círculo de la pintura cofradiera en el siglo XXI: pintar un cartel rotundamente contemporáneo y rotundamente anclado en las esencias de la Semana Santa. Como recordaba el pasado lunes Carlos Colón, en su artículo de Diario de Sevilla, ha tenido la osadía de pintar un paso de palio. Y en el momento de la levantá. Nada de rarezas. Sin utilizar el cartel como si fuera el escaparate de una tienda de artículos cofrades, ni incluir elementos discordantes, y sin nada ajeno al sentir religioso de la fiesta. Un paso de palio, luz en la noche. Ni más, ni menos. Y no uno cualquiera, sino el de la Virgen de la Estrella, la de su hermandad.

Es una obra de arte que supera el concepto de la cartelería de la Semana Santa. El presidente del Consejo de Hermandades, Francisco Vélez, dijo en la presentación del cartel, en el salón de la Fundación Caja Rural del Sur, que al verlo nos podemos sentir como cangrejeros delante del paso de la Virgen de la Estrella. Así es la sensación de movimiento que consigue Daniel Franca con su pintura. No es una obra ñoña, ni de tópicos, sino que resume el quehacer de un artista todavía joven (es treintañero), pero que ya tiene una veteranía que le sitúa muy por encima de la pintura de temas estrictamente cofrades, y que pertenece a la pintura pura. El pintor Antonio Álvarez del Pino le dijo a Fran López de Paz, en unas declaraciones, que este cuadro es “como unas Meninas cofrades”, en el sentido de que no hay un dibujo definido, de cerca todo parece deshecho, pero de lejos se concreta en una imagen real. Es una estrategia técnica que no está al alcance de cualquiera. Y que hace que el entorno de la progresía local no pueda descalificar esta obra, que muchos pintores de alta fama serían incapaces de conseguir.

No ha recurrido a guiños innecesarios de fuera del ámbito cofrade. Ha pintado un recuerdo, un sueño de su infancia, y sin ningún complejo. A la vez, entronca con Sorolla y zarandea el costumbrismo sevillano. No sólo consagra como artista a Daniel Franca, sino que ha llegado más lejos: consagra al cartel de la Semana Santa. Nos queda una obra de arte para anunciar la Pasión, según se ve en Sevilla. Pintó lo que vio, y cumplió el sueño de lo que parece imposible: inmortalizar un momento.

José Joaquín León