SE llamaba Nelson, pero no era el almirante que murió en la batalla de Trafalgar. Pasó por el suroeste peninsular (según dicen los meteorólogos) en modo diluvio universal. Ha dejado agua para un año, y el pantano del Gergal desembalsando y el de Melonares a más del 80%. Ha sido una borrasca como las de antes del calentamiento global. Aunque debo precisar (y lo preciso) que en siglos pasados salían procesiones de rogativas para que lloviera. Al poco tiempo solía llover, y a veces incluso había inundaciones. Por eso, rezar para que llueva es costumbre tradicional y bastante efectiva, aunque los ateos no se lo crean.

En sus visitas a los templos durante la Semana Santa pluviosa que hemos tenido, recordaba el arzobispo, José Ángel Saiz, que había dado las directrices oportunas para que se interrumpieran las rogativas por la necesaria lluvia desde el Viernes de Dolores al Lunes de Pascua. Parecía inoportuno incluir esa petición de los fieles en la misa del Domingo de Ramos. Pero ya se había pedido bastante, y con mucha devoción, en los últimos meses. Los que no van a misa tampoco lo saben, pero se viene pidiendo por el fin de la sequía y la necesaria lluvia desde el año pasado. Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Seamos positivos.

En Cataluña han lamentado que sus embalses apenas han subido un 2% con las lluvias de Semana Santa, mientras que en Andalucía hay algunos que han crecido un 20%, incluso más. Nunca llueve a gusto de todos, ni se contenta a todos por igual. Ha dado la casualidad de que aquí hubo más rogativas por la necesaria lluvia que en Cataluña, donde va menos gente a misa que en Andalucía, según los datos de la Conferencia Episcopal; y en estos días santos aquí ha llovido más que allí. Aunque Jordi Turull, secretario general de Junts y ex conseller de Puigdemont, vino a Sevilla y se puso en la cola del Señor del Gran Poder.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, visitó al Papa el jueves de Pasión, y le contó que la sequía era el mayor problema de Andalucía. Francisco le dijo que rezaría por la necesaria lluvia. A los pocos días, ha llovido sobre mojado. Ahora dice Juanma que ha sido una Semana Santa triste y alegre. Triste para las hermandades que se han quedado sin salir. Y alegre porque nos podremos duchar en verano como Dios manda. También por las cosechas de arroz y porque Doñana luce mejor.

Decía Juanma Moreno que el PIB andaluz había perdido un 2%, o algo así, por culpa de la sequía. Con una sola Semana Santa, el PIB andaluz va a subir un 1%. Rezad, rezad, pero algo menos durante la Feria. Y el año próximo, si Dios quiere, a ver si paramos las rogativas el Miércoles de Ceniza.

José Joaquín León