Y se busca que el culpable del apagón no sea el Gobierno, ni mucho menos su presidente. Pedro Sánchez primero negó que el apagón hubiera sido causado por un ciberataque, pero después dijo que no descarta ninguna posibilidad, incluida esa. Al principio, lo del ciberataque le debió sonar a vulnerabilidad de España. Pero después le han debido explicar que, si no era por el ciberataque, habrá sido por un fallo en la gestión del sistema eléctrico español. Y que, si es por el uso excesivo de la energía fotovoltaica, y porque es menos fiable que la nuclear para garantizar el suministro, entonces la responsabilidad sería de las políticas energéticas del Gobierno. Y quedaría como culpable político del apagón.

Otra vez debe imponer su relato. Le ayudarán los relatores que repiten mil veces lo que interesa a su jefe. Los mismos que han machacado a Mazón como chivo expiatorio de la catástrofe de Valencia, por su pésima gestión, ahora intentarán convencer de que Pedro Sánchez ha estado genial en este asunto. Fíjense que ya apenas se habla de la penosa gestión del transporte ferroviario, de los cientos de pasajeros abandonados hasta 12 horas sin ser rescatados; o el silencio de Sánchez durante más de cinco horas mientras el país estaba sumido en el caos. Y, por supuesto, tampoco se critica el cambio de versión del presidente, que primero rechazó el ciberataque y ahora no lo descarta. Mientras insinúa que la culpa es de las eléctricas, que son “empresas privadas”, y olvida que la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, es una ex ministra socialista de Zapatero y colega suya, que cobra más de medio millón al año. Ayer esta señora habló, 48 horas después, para decir que las renovables no tienen la culpa. Callan que la política energética española sufre deficiencias, y que su responsable fue Teresa Ribera, a la que Sánchez enchufó como vicepresidenta de la Comisión Europea.

Como es un problema de alcance ibérico, se ha puesto el foco en las grandes cuestiones, más que en los detalles domésticos. Pero, en Sevilla, hubo curiosidades. Por ejemplo, el orden en el que la luz llegó a los barrios, con diferencias de hasta nueve horas, incluso de una acera a otra en algunas calles. ¿Sucedió por criterios técnicos o por azar? También extrañó que la conexión a Internet se desplomara a las 21:30 en zonas donde la electricidad estaba normalizada desde la tarde, y no se recuperó hasta altas horas de la madrugada.

En el gran apagón, los sevillanos se comportaron con sensatez, estuvieron a la altura de las circunstancias. No se puede decir lo mismo del Gran Ausente.

José Joaquín León