TODAVÍA no se le ha perdonado a Sevilla que la primera línea del AVE de España fuera la que enlazó la estación madrileña de Atocha con la de Santa Justa. En Barcelona, cuando se habla de los fallos ferroviarios en Cataluña (donde también abundan), se recuerda que ahora la primera línea de AVE de España, en número de pasajeros, es la que une Madrid y Barcelona; y se utiliza para criticar la decisión de que llegara antes a Sevilla. Se vincula con un favoritismo de Felipe González hacia su tierra de origen. Aunque el entonces presidente del Gobierno explicó que la decisión se adoptó para contribuir a una mejor vertebración de España, en las infraestructuras con Andalucía, y porque era una conexión esencial para la Expo 92. Además, los desplazamientos en avión eran mucho mejores entre Madrid y Barcelona que entre Madrid y Sevilla. Por el puente aéreo y la capacidad del aeropuerto de El Prat.

Eso es historia, pero ha condicionado el presente. Para bien y para mal del tren. Para bien porque el AVE es el medio de transporte público preferido para viajar desde Sevilla (y también desde Málaga y Granada) a Madrid. El AVE resulta competitivo con el avión por la duración del viaje, que compensa si se compara con los tiempos de desplazarse y hacer los trámites de aeropuertos. Teniendo en cuenta, además, que en Sevilla no hay conexión de cercanías ni de metro, ni de tranvía con el aeropuerto y que ha estado bajo los influjos del conflicto del taxi.

Pero la preponderancia del AVE sobre los desplazamientos en avión entre Madrid y Sevilla se ha perjudicado por los fallos e incidencias, que son cada vez más frecuentes. El servicio de alta velocidad ferroviaria era ejemplar, pero ya no lo es. La línea Madrid-Sevilla está saturada. Además de Renfe, han entrado otros operadores, como Iryo y Ouigo, para repartirse el pastel de la alta velocidad española. Y el avión sigue sin ser una alternativa mejor, porque los sevillanos siguen sufriendo las mismas carencias de infraestructuras para los desplazamientos al aeropuerto de San Pablo. Los vuelos de Sevilla a Madrid mayormente se utilizan por forofos del avión o para transbordos hacia otros destinos desde Barajas.

La incidencia del presunto sabotaje (según lo calificó el ministro Óscar Puente) dejó en la estacada a unos 10.700 viajeros. Los desplazamientos en AVE entre Madrid y Andalucía siguen siendo competitivos, a pesar de todo. Pero dejarán de serlo pronto, si el servicio ferroviario español no recupera los niveles de excelencia que ofrecía a finales del siglo pasado.

José Joaquín León