VIENEN buenos tiempos para los peatones y las peatonas. Las medidas de seguridad obligarán a severos cortes de tráfico en el centro de Sevilla. El alcalde Espadas reconoció que son imprescindibles las restricciones en el entorno de la Catedral y el barrio de Santa Cruz. El cierre de Alemanes y Mateos Gago estaba cantado. Por muchos macetones que veamos en los alrededores de la Catedral y la plaza de la Virgen de los Reyes, sólo serían sencillos adornos si no se acompañan de un corte de tráfico que clausure la calle Alemanes. Tampoco es disuasorio que circulen vehículos por la calle Mateos Gago con las aceras llenas de guiris tapeando.

¿Qué sería lo ideal? Sin duda, cerrar todo el centro de Sevilla al tráfico. Pero eso es inviable. Ya se intenta en Semana Santa, con resultados imprevisibles, como ver un coche por la calle Méndez Núñez mientras el Cachorro pasaba por la plaza de la Magdalena. Eso lo vi la tarde después de lo que pasó en la Madrugada. Al parecer, había salido de un aparcamiento. Pues sí, hay vecinos con garajes. Si les fastidian los accesos, aumentará la turismofobia, la islamofobia y la bolardofobia.

Los cortes de tráfico aprovecharán una gran ventaja: el miedo. Las asociaciones de turismo y hostelería están a favor de lo que sea. Aplauden todo. Por el contrario, ya no se recuerda lo que largaban aquellos comerciantes de Sevilla cuando la calle Tetuán fue cerrada al tráfico. Sucedió en diciembre de 1991, y acusaron al alcalde, Alejandro Rojas-Marcos, de arruinar el comercio. Hoy se consultan las hemerotecas y entra la risa. Hoy aquella ocurrencia de Alejandro es la milla de oro. Pero entonces las fuerzas vivas querían coches y autobuses circulando por Tetuán y Velázquez, además de las paradas finales en la Plaza Nueva. Eso era antes del tranvía, al que llamaron Metrocentro. Aunque el verdadero Metro fue duramente rechazado cuando iba a pasar por el centro, con riesgo para los cimientos de la Catedral, según se explicó.

Vienen buenos tiempos para el peatón y la peatona, como dirían ellos y ellas. Se va a fomentar el senderismo urbano. Antonio Machado (que escribió tantas cosas socorridas para citar) ya advirtió a los caminantes que se hace camino al andar. La historia va para atrás, como el cangrejo. En estos tiempos confusos, sería estupendo tener la ciudad amurallada y no haberla derribado. Bastaría con cerrar las puertas. Se ahorrarían macetones.

José Joaquín León