AL recordar la Transición a la democracia española, se ha valorado el gran peso específico del PSOE de Sevilla. Y si preguntamos por el gran político sevillano de aquel PSOE, todo el mundo citará a Felipe González. Sin embargo, a Felipe se le veía como de los sevillanos en Madrid, sin renunciar a su origen, pero muy bien adaptado a la capital. Los políticos socialistas más inequívocamente sevillanos han sido Alfonso Guerra y José Rodríguez de la Borbolla. Cada uno en su estilo, con sus matices y evidentes diferencias.

Hubo un tiempo en que Alfonso fue Arfonso. Hubo un tiempo en que se le veía como el líder del guerrismo izquierdista. Incluso hubo un tiempo en que se le presentó como el hermano de Juan Guerra. En el siglo XXI, pasó a ser el intelectual de la Fundación Pablo Iglesias (el bueno). Y el diputado más longevo, que de vez en cuando hablaba, no siempre ejercía de vieja gloria y florero.

Aún se le recuerda en la antigua librería Antonio Machado, que fundó en 1969, junto a Carmen Reina. Alfonso se hizo machadiano de espíritu, un sevillano punzante y seco, curtido por los aires sorianos de la política. Tal vez un hombre que buscó las soledades, cuando entendió que ya había recorrido su camino político y que más no podría andar. Con los años, queriendo o sin querer, Alfonso Guerra se ha reconvertido en lo que hoy es: el último apócrifo de Antonio Machado. Un personaje que parece haber salido de la irrealidad, para denunciar lo que otros se callan, por cobardía o por vergüenza.

Ha dicho en voz alta que una democracia puede recurrir incluso al Ejército, para garantizar las libertades verdaderas, no las falsas. Ha pedido que frenen “un movimiento prefascista independentista”, que intenta un golpe de Estado. Ha recordado que España es un país acomplejado, por culpa de quienes aún piensan que estamos en una dictadura. Pero lo mejor que ha dicho es lo que podría ocurrir en Cataluña cuando fracase el golpe de Estado. Lo mismo que en Alemania, cuando Hitler perdió la Segunda Guerra Mundial. Entonces nadie había sido nazi: “Dentro de poco, si se hiciera con inteligencia, dirán ¿yo nacionalista? No lo fui nunca”. Con Franco también hubo masas.

Es una pena que en el PSOE se dejen llevar por los ecos de los cantamañanas, en vez de atender la voz de Alfonso, el último apócrifo de Antonio Machado, el hombre que antes de ser político fue un librero de Sevilla.

José Joaquín León