EN diversas ocasiones, el actual alcalde, Juan Espadas, ha manifestado su intención de no permanecer en la Alcaldía más de ocho años. Con ello, está expresando su voluntad de acogerse a las normas de las hermandades, que establecen un plazo máximo de dos mandatos para los hermanos mayores. Sin abundar en detalles, Espadas está dejando caer su intención de repetir cuatro años más, para luego retirarse. Y con ello, queriendo o sin querer, se entraría en la costumbre de que la oposición no presente una candidatura alternativa para facilitar que complete los dos mandatos.

Pues bien, el PP, que es la presunta oposición, está en ello. Con enemigos como los que tiene Espadas no le hacen falta mejores amigos. Los del PP se dedican a pelearse entre ellos desde los tiempos de los 20 concejales de Zoido. El último episodio ha sido el del portavoz, Beltrán Pérez, eliminando al portavoz adjunto, Alberto Díaz, porque ha perdido la confianza, según dicen en el PP regional de Juanma; o porque se lo han ordenado en el PP regional, según dicen en el PP provincial de Virginia. Lo mismo da si son galgos o podencos. Se lo han cargado porque fue el jefe de gabinete del anterior alcalde y no se fiarían de él. O por hacerle mejor la campaña a Espadas y darle hilo a la cometa de Javier Millán, el de Ciudadanos.

Las estadísticas son muy favorables para el amigo Juan. Aunque confirman que es mucho más difícil ser alcalde de Sevilla que hermano mayor. Por ceñirnos sólo a la democracia constitucional vigente, los alcaldes de Sevilla del PA y del PP sólo lo fueron durante un mandato de cuatro años: es el caso de los andalucistas Luis Uruñuela (1979-1983) y Alejandro Rojas-Marcos (1991-1995), y de los populares Soledad Becerril (1995-1999) y Juan Ignacio Zoido (2011-2015). Por el contrario, los alcaldes del PSOE han sido más duraderos. Alfredo Sánchez Monteseirín resistió durante 12 años (1999-2011) y Manuel del Valle estuvo ocho (1983-1991).

¿Qué pasará con Espadas en 2019? No se sabe, pero se intuye. Un aviso: se conocen casos de personas incluso muy de derechas que están encantadas con él. Su mayor peligro puede ser la reforma global de la Semana Santa en 2019, en la precampaña de las elecciones. Por ahora, se maneja con prudencia, como Rajoy. Ha prometido que no aspira a batir el récord de Monteseirín. Tampoco construirá unas Setas, ni nada raro. Ocho años no es nada.

José Joaquín León