EN los últimos días, semanas, e incluso meses, desde el PP han llegado cantos de sirena, profecías, mensajes, acerca del nombramiento de Beltrán Pérez como candidato a la Alcaldía en 2019. En diversos foros, en la reunión semiclandestina con el líder regional Juanma Moreno, en la intervención sentida de Javier Arenas en el Congreso Provincial de las Nuevas Generaciones y demás, se ha hablado de Beltrán como el candidato, dándolo por supuesto, pero dejando muy claro que no es el candidato. ¿Por qué? Porque todavía no lo han dicho donde lo deben decir, que es en el edificio central de la calle Génova, de Madrid. Y allí nunca se sabe si el Sergio Ramos de turno marcará un gol en el último minuto.

Así que Javier Arenas está preparando los caminos. Eso, de por sí, tiene un profundo significado simbólico. Javier no es uno más. En el PP andaluz es incluso más que Alfonso Guerra en el PSOE. Es un referente, el único que pudo ser presidente de la Junta de Andalucía, pero le faltó un pelín y le sobró una reforma laboral a destiempo, que le puso Mariano como quien no quiere la cosa. Así le marcaron el gol al final, a él, que no era un principiante, y ya tenía la Junta casi ganada.

Por otra parte, como en el caso del socialista Alfonso, muchos piensan que Javier habría sido un buen alcalde de Sevilla. Como Pepote Rodríguez de la Borbolla, otro caso. Pero no sabemos qué pasa cuando se habla de los elefantes sagrados de la política para la Alcaldía. Parece que deben ser alcaldes otros más jóvenes, briosos y atrevidos, como pasó con Monteseirín, que estuvo una docena de años. Sólo Soledad fue la excepción. Sólo Soledad fue alcaldesa bastante después de ser ministra.

Pues Javier, aunque él no se atrevió, dijo en el congreso de los jóvenes que Beltrán Pérez quiere atreverse con Sevilla. Se ha interpretado como un apoyo, y lo es. Aunque “atreverse” implica un riesgo, y se suele confundir con la osadía. No ha sido esa su intención, pero “atreverse” presupone que lo tiene bastante difícil, y que otros no se atreverán, sin señalar a ninguno.

En tales circunstancias, lo normal sería que en el PP se dejaran de insinuaciones y misterios, y se atrevan a nombrar el candidato ya, si es que lo quieren poner. Mientras sigan con ese lenguaje profético no aclararán las dudas, ni cerrarán el duelo. Se le hace un flaco favor al candidato, porque parece que están esperando algo, y no se sabe qué, antes de atreverse en serio.

José Joaquín León